La Lotería cambió sus vidas
- Agustín Ramos en Madrid y Begoña Santamaría en Bilbao fueron agraciados con el Gordo en 2016 y 1998
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Agustín Ramos en Madrid y Begoña Santamaría en Bilbao fueron agraciados con el Gordo en 2016 y 1998. A los dos les cambió la vida.
Agustín trabajaba 16 horas al día en la hostelería y se hipotecó para adquirir una administración de lotería en el madrileño Paseo de la Esperanza. Comenzó en septiembre y en diciembre estaba celebrando que había vendido el primer premio de la Lotería de Navidad. “Aquí en el barrio es raro el portal donde no hay un vecino al que no se le haya dado el Gordo, porque se vendió íntegro el número aquí”.
El marido de Begoña, Mateo Pedrero, trabajaba en una fábrica de vidrio. “Fue una casualidad porque un compañero de Portugalete le encargó que le cogiera un número en el Puente Colgante porque quería llevar algo de Las Arenas y se cogió uno para él”.
Agustín también se quedó con algún décimo y, además de repartir dinero entre sus vecinos, fue uno de los agraciados. “Nosotros llevábamos tres meses con la administración. Teníamos una hipoteca para coger el negocio y nos vino muy bien porque nos hicimos con la hipoteca”. Pero la suerte, en su caso, no se quedó ahí. “Durante el primer año las ventas aumentaron entre en 15 y un 20%”. Y a esto hay que unir la satisfacción de ser una de las personas más queridas del Paseo de la Esperanza: “Y, bueno, la alegría que se dio al barrio… mucha alegría”.
Lo pagó después de que tocara
Aunque no todos tuvieron la misma suerte. Carolina y Miguel pasaban por delante de su administración todos los días de camino al metro y no compraron el número porque ese año habían estado en La Palma de vacaciones y decidieron cogerlo allí. Pero la historia que Ramos recuerda con más cariño es la de “una muchacha que está viviendo en Alemania y nos reservó un número. Y bueno, no podía venir, no podía pagarlo y se lo guardamos. Y vino la mujer y le dimos el número. Y lo pagó después de que tocara el Gordo. Una anécdota muy bonita”.
Han pasado veinte años y Begoña recuerda casi cada detalle de aquel premio que les cambió la vida. “Nos tocaron 24 millones de pesetas de los de entonces. Pagamos lo que debíamos, que eran dos millones, y luego hicimos tres partes. Con una terminamos la casa del pueblo, con otra reformamos el piso entero y la tercera parte la guardamos para el hijo. Nos solucionó bastante la vida”.
Los hermanos, cuñados y sobrinos de Mateo y Begoña recuerdan cada vez que ven marisco en la mesa la comida con la que festejaron el premio. “Hicimos dos comidas, una con la familia de Mateo y otra con la mía. Fue lo primero, celebrarlo con la familia. Pero caprichos, muy pocos. Recuerdo que Javier era pequeño y ese año los Reyes vinieron mucho más cargados de lo normal”, se ríe Begoña al otro lado del teléfono en conversación con RTVE.es.
Begoña y Agustín siguen jugando a la lotería. No descartan que les vuelva a tocar de nuevo el primer premio, pero coinciden en que lo importante es compartir la suerte y, sobre todo, tener salud.