Otro día fuera de casa
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Svitlana trabaja como empleada de hogar para poder mandar dinero a Ucrania, su país natal, y ayudar a su hija a que continúe sus estudios en la universidad. Cada pocos días comienza una carta para ella contándole sus experiencias, sus esperanzas.
Cedrik ha llegado junto a su familia desde Ruanda huyendo de la guerra. Sólo tiene once años. Junto a sus padres y hermanos se adapta a una vida nueva en una ciudad y un país que muy poco tienen que ver con el lugar del que procede.
Hodan llegó con muy pocos años desde Somalia acompañando a su madre y hermanas. Años después se considera hispano-somalí. Para ella la mezcla de culturas no hace más que enriquecer a las personas. Y esa idea es la que intenta trasmitir a todos los refugiados e inmigrantes a los que apoya día a día.
Nacer es Argelino. Desde que llegó también trabaja para ayudar a integrarse a todos aquellos que llegan con sus mismas ilusiones y problemas.
Alouera pescador en Senegal. Trabajaba mucho para ganar muy poco. Cuando su hermano le habló de las pateras que venían a España no lo pensó dos veces. Significaba la esperanza de una vida mejor.
Luís es Ecuatoriano. La primera en llegar, huyendo de la penuria económica, fue su mujer. Luego vinieron sus hijos. Finalmente él se decidió a seguirles. Ahora se gana la vida tocando el acordeón en restaurantes, en el metro, por las calles de Madrid.
Sus esperanzas, ilusiones y sueños son los de cualquier persona. Pero realizarlos o conseguirlos para ellos significa pasar otro día más fuera de casa.
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