El regalo de Reyes de Félix Rodríguez de la Fuente
- Uno de los primeros regalos que pididó a los Reyes Magos fue un pájaro
- En este episodio recuerda su infancia, agreste como el lugar donde nació
- Como siempre, Félix deja constancia de su amor a la naturaleza y los animales
Ver también: 'Especial 30 años sin Félix Rodríguez de la Fuente'
Con sólo ocho años, allá por 1936, Félix Rodríguez de la Fuente pidió a los Reyes Magos un regalo muy especial. Un presente que no tenía nada que ver con los que piden otros niños. Pidió un pájaro.
Durante las semanas previas a la llegada de sus Majestades de Oriente, el pequeño preguntaba a sus padres si se había portado bien, temeroso de que los Reyes no le concedieran su deseo.
Llegó la noche gélida del cinco de enero. Era la noche de Reyes. La noche más mágica del mundo para todos los niños. Félix se metió en la cama, sonriente, nervioso, esperando que el Rey Baltasar llegara por el camino de la ermita de San Blas, el camino asignado al rey negro.
Pero se durmió pronto, porque los niños que no duermen bien y no descansan se suelen quedar sin regalos. Esa noche Félix soñó con los buitres y las águilas que veía tumbado en el Páramo de Masa en su pequeño pueblo burgalés de Poza de la Sal.
Un pájaro de hojalata
Nada más amanecer sus padres irrumpieron en la habitación. Los Reyes habían llegado. En el balcón había una caja cerrada en la que no se veía nada que le recordara a uno de sus pájaros.
Sus padres le apremiaron a que abriese el regalo. "Corre, Félix, mira a ver si está tu pájaro". Pero su respuesta fue dura: "madre, a los pájaros no se les mete en cajas. Son libres, y si se les mete en cajas mueren".
“A los pájaros no se les meten en cajas, son libres y si se hace, mueren“
Cada instante que pasaba el naturalista estaba más convencido de que los Reyes no le habían traído lo que él quería. O al menos no habían acertado del todo.
Lo que había en la caja era un pájaro metálico. Una imitación de hojalata a la que había que dar cuerda para que se moviera y que caminaba sobre una mesa. Desde aquel momento señalaba Félix, "empecé a odiar a las máquinas".
Halconero mayor del reino
Pasaron los años. Pero la pasión nunca desapareció. Félix seguía enamorado de los pájaros. Nunca volvió a pedírselos a los Reyes ni a nadie. Empezó a cogerlos él solo. Y se convirtió en uno de los mayores amantes de la naturaleza, de los animales y de los pájaros.
Como si de un verdadero cuento se tratara, Félix Rodríguez de la Fuente llegó a viajar hasta Arabia Saudí. El gobierno español le encargó la misión de adiestrar dos halcones peregrinos y entregárselos al rey saudí.
Tras asistir a una cacería con halcones en el desierto árabe con el Emir Abdalá bin Abdelaziz, Félix recibió el mejor de los animales con la misión de llevárselo a España y educarlo a su manera. Viajó sobre su puño hasta llegar Madrid. Finalmente su 'rey mago' le había dado su regalo. Un pájaro de verdad.
Se lo había regalado un rey de Oriente, a la sombra de las palmeras. Se lo había dado con toda la bondad como si de un Rey Mago se tratara. Se había roto el hechizo del pájaro de hojalata.