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Nicolás Provost

Emisión 28 de octubre de 2011 · La 2

Por
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Metrópolis dedica un programa monográfico a Nicolas Provost, conocido artista audiovisual belga que acaba de estrenar su primer largometraje de ficción en los festivales de cine de Venecia, Toronto y San Sebastián.

Nicolas Provost (Ronse/Bélgica, 1969), desde su infancia, ha sido un enamorado del cine, para él una máquina de fabricar sueños y una parte importante de nuestra memoria y subconsciente colectivos. Desde que, a principios de la última década, empezó a estar presente en festivales de arte audiovisual ha sido galardonado con numerosos premios por dos tipos de obra muy específicos: en unas imbuye de un nuevo sentido y de una calidad escultórica y poética sorprendente a fragmentos de películas históricas; en otras juega con los códigos y técnicas convencionales de la narración cinematográfica.

La realización de su primer cortometraje Need any help? (2000), caracterizada por las limitaciones técnicas y presupuestarias típicas de quienes empiezan en el cine, le enseñó a utilizar la creatividad para buscar soluciones alternativas y conseguir un resultado aun a costa de sacrificar buena parte del proyecto inicial. La reducción, esta vez intencionada, de una historia a sus elementos esenciales vuelve a aparecer en The Divers (2006), una pieza que juega, como pocas, con las expectativas del espectador.

Dos de las obras que mejor ejemplifican la ambición de Nicolas Provost de hacer poesía con la memoria colectiva y su gran maestría en el montaje son Papillon d’Amour (2003) y Gravity (2007),  dos metrajes encontrados de gran intensidad y belleza en las que logra encontrar y plasmar la magia audiovisual tan buscada por él.

Plot Point (2007) Stardust (2010) son las dos primeras partes de una trilogía que explora la frontera entre realidad y ficción. Rodadas, en su mayor parte, con cámara oculta en Nueva York y Las Vegas, y protagonizadas, con algunas excepciones ilustres (como la última aparición en cine de Dennis Hopper), por transeúntes anónimos, crean una narrativa únicamente a través del montaje y la complicidad del subconsciente del espectador.

Nicolas Provost ha resaltado en muchas ocasiones las ventajas de trabajar en solitario como es el caso en la mayoría de las obras que ha realizado hasta el momento. Pero cuenta que cuando terminó el cortometraje Exoticore (2004), la historia de un inmigrante en Noruega (y despedida de Provost del país en el que había vivido durante varios años), quedó tan fascinado con el trabajo de su actor principal que decidió escribir un largometraje para él. El resultado es The Invader (2011) que ha iniciado su paso por el circuito de festivales de cine con muy buena acogida por parte de la crítica.