El peine del viento de Eduardo Chillida
- Herreros e ingenieros que trabajaron con Chillida explican su participación en la obra
- El autor regalo a su ciudad Donostia un lugar, un espacio para la reflexión
Este fue el segundo capítulo que hicimos de La mitad invisible y el primero en que encontramos esa parte desconocida que buscábamos realmente, la primera vez que llegamos a nuestra esencia como programa. Aquí tenéis la media hora de recorrido y descubrimiento, autores invisibles de esta obra de arte explicándonos su experiencia, pero quiero hablaros como hice en su día en el blog del final.
Queríamos un final mágico, emocionante, que no dejara indiferente a nadie. A cada uno de los entrevistados se les preguntó qué sentían cuando contemplaban el Peine del Viento. En general la respuesta no fue rápida sino que parecía como un “uf, y como resumo yo todo lo que siento, ¿por dónde empiezo?”.
“ “uf, y como resumo yo todo lo que siento, ¿por dónde empiezo?”“
Costaba. Pero todos encontraron palabras bonitas, de emoción, recuerdos mágicos, suyos. Y posteriormente, nos dejaron a nosotros la ardua tarea de escoger una única frase de cada uno de ellos.
Y a mi parecer no significa que los últimos cinco minutos del reportaje sean mejores o más importantes que el resto sino que se ha ido creando un clima durante todo el programa que explota en el momento final, momento en que confluyen todos los conceptos y que a nivel sensorial es insuperable: por un lado, vemos el Chillida Leku, ese gran espacio de jardines y bosques, por otro lado oímos a las personas que han participado, de algún modo u otro, en el Peine del Viento y ya, rematándolo, en el audio suena el temazo Spiritual de Soulsavers.