El cielo como límite
- Montañas Sin Barreras es un club de montaña que realiza actividades orientadas a acercar a personas con diferentes tipos de discapacidad al mundo de la alta montaña y la escalada
- “La Diosa Turquesa” o Cho Oyu es la sexta montaña más alta del planeta
Montañas sin Barreras
Un reportaje de Carmen Portilla
DuraciónDuración: 2 capítulos de 30 minutos
EquipoEquipo: Valentín Ruíz, Miguel A. Gavilán, Ricardo García, Arturo Rodríguez , Suboficial Mayor Pedro Arceredillo, Teniente Coronel Alberto Ayora, Fernando Garrido , Nacho Orviz, David Pérez
“Esta es una historia de superación personal. Una prueba de que, a menudo, no hay más barreras que las que nosotros mismos nos creamos en nuestra mente.”
A finales de 2008 contactó con el programa la asociación “MONTAÑAS SIN BARRERAS” para proponeros tomar parte en la expedición que estaban organizando al Cho Oyu de 8.201 mts.
“La Diosa Turquesa” o Cho Oyu es la sexta montaña más alta del planeta y está situada en la frontera entre Tíbet y Nepal.
Montañas Sin Barreras es un club de montaña que realiza actividades orientadas a acercar a personas con diferentes tipos de discapacidad al mundo de la alta montaña y la escalada. Sus actividades están patrocinadas, entre otros organismos y empresas, por el Consejo Superior de Deportes, la Universidad Politécnica de Madrid y por la Comunidad de Madrid.
Cuando los conocimos la organización no tenía más de dos años de vida, y sin embargo ya había conseguido escalar varias cumbres importantes como el Aconcagua, Ojos del Salado o el Mont Blanc. Suficiente currículum para plantearse dar el paso al Himalaya.
“Esta es una historia de superación personal. Una prueba de que, a menudo, no hay más barreras que las que nosotros mismos nos creamos en nuestra mente“
La expedición estuvo integrada por tres discapacitados físicos, Miguel Ángel Gavilán y Valentín Ruiz - ambos padecen la amputación de una de las manos -, Ricardo García - con sólo un 15% de resto visual y la colaboración de Arturo Rodríguez - guía y ATS, el Teniente Coronel Alberto Ayora y el Suboficial Mayor Pedro Arceredillo - guías del Grupo Militar de Alta Montaña (GMAM) -, Fernando Garrido - responsable de la logística de la ascensión, y los cámaras de ‘Al filo de lo Imposible’, Nacho Orviz y David Pérez.
Para los tres alpinistas con discapacidad era su primer intento de ascender a una montaña de más de ocho mil metros y su primera experiencia en el Himalaya.
Muchas nuevas situaciones que afrontar y muy diferentes de sus anteriores ascensiones, problemas con los permisos de entrada al Tíbet por parte del gobierno Chino, necesidad de aclimatación a altitudes muy por encima de las habituales, cambios de sabores y texturas en las comidas y un largo etcétera de condiciones que requieren esfuerzos de adaptación para cualquier persona y un poco más para personas con problemas de visión o de movilidad.
Alpinismo y discapacidad
El alpinismo de compromiso por parte de deportistas con algún tipo de discapacidad cuenta con una historia de más diez años en nuestro país.
A finales de la década de los años 80, el Dr. Juan Antonio Carrascosa y su equipo de colaboradores desde el colegio de la ONCE ‘Centro de Recursos Educativos Antonio Vicente Mosquete’ de Madrid se enfrasca en llevar adelante un el proyecto de posibilitar la práctica del montañismo para aquellas personas ciegas o con resto visual. Y lo consiguen después de diseñar la conocida como “barra direccional” y de adaptar toda una serie de técnicas y medidas de seguridad a las necesidades de las personas con discapacidad visual.
En 1997 la Federación Española de Deportes para Ciegos incluye al montañismo como un deporte más dentro de su estructura.
Desde entonces, y siguiendo un riguroso método de formación y planificación, alpinistas ciegos totales o parciales han alcanzado cumbres ‘impensables’ tan solo unos pocos años antes.
A nivel internacional, el alpinismo desarrollado por personas con discapacidad también ha cosechado notables éxitos. En mayo de 2005, Mark Inglis, un alpinista neozelandés de 47 años, alcanzaba la cumbre del Everest (8.850 m). Uno más de los muchos que han hollado el techo del mundo por su ruta normal… El único con ambas piernas amputadas.
Un año después, Erik Weihenmayer, un norteamericano de 32 años ciego total pisaba la cima del Everest. Weihenmayer se guió por el sonido de las campanas que llevaban sus compañeros de ascensión siempre un medio hostil y que encierra riesgos y dificultades, no es un territorio vedado para este tipo de deportistas. Demuestran así que, con una preparación sólida y una planificación minuciosa, se pueden conseguir grandes objetivos.
(Texto extraído del proyecto de Montañas Sin Barreras – Expedición Cho Oyu 2009)
Toda esta preparación y ejecución la Expedición Montañas Sin Barreras al Cho Oyu hubiese sido imposible sin el apoyo del GMAM, y del Patrocinio del Consejo Superior de Deportes, Fundación Deporte Joven, Consejería de Deportes Comunidad de Madrid, Universidad Politécnica de Madrid, Axa todo Corazón, Fundación Repsol, Obra Social Caja Madrid y C. Fulgor