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Joan Fontcuberta: ¿Ver o no ver?

  • El barcelonés ha sido reconocido con el premio internacional Hasselblad
  • Se trata de uno de los fotógrafos contemporáneos con más inventiva
  • CONTENIDO EXTRA: Mira la entrevista completa a Fontcuberta

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Entrevista: Joan Fontcuberta siempre provocador e intranquilo

Los álbumes de familia nos convierten en “ciegos perfectos”. Las fotos, en general, hacen de nosotros unos ciegos perfectos, parece querer decirnos el fotógrafo Joan Fontcuberta, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. ¿Y qué es lo que no queremos ver?

La mejor manera de saber lo que no queremos ver es preguntarse por lo que damos por hecho. Damos por hecho, por ejemplo, que una imagen registrada por un medio fotográfico implica que lo que ella nos muestra, ha ocurrido. No sólo creemos en la fidelidad del registro fotográfico, sino en nuestra ausencia de punto de vista. Nos somos transparentes a nosotros mismos. Creemos que no tenemos espesor, intención, que no dotamos a la realidad de un sentido particular, propio, nuestro. Es posible acceder a la verdad. Podemos... si tiramos una foto.

30 años detrás del objetivo

Joan Fontcuberta tiene el empeño de demostrar que vivimos engañados porque no se puede vivir de otra forma. No nos podemos evitar a nosotros mismos, del mismo modo, que los medios de comunicación no pueden impedir arrastrar una intención cada vez que seleccionan una imagen, la ordenan y la comentan. Es decir, en el más extremo de los casos de búsqueda de asepsia informativa, la manera en que se trabaja, los requerimientos técnicos del medio que utilicemos, nos obligan a tomar unas decisiones que delatan nuestra presencia, aunque no se vea. Negar esa presencia es lo que nos convierte en “ciegos perfectos”. La niegan los medios para arrogarse una objetividad imposible. La negamos nosotros porque nos hacen falta certezas, o creemos que nos hacen más falta de lo que nos sienta bien. No hay pero ciego que el que cree ver.

Fontcuberta nos contrarió. Nos estuvo contrariando varias veces durante la entrevista, pero se agradece, porque lo hace con alegría, jugando a las mentiras, preocupándose por el alma de la heroica y sufrida perrita Laika, inventando verosimilitudes imposibles que nos arranquen una sonrisa. Y es que él no está de acuerdo con ese otro tópico, comúnmente aceptado, que dice que la foto conlleva siempre cierta melancolía al hablar de algo que ya pasó, que no volverá.

Fontcuberta nos recordó que, cuando tomamos una imagen, siempre lo hacemos de buena gana, que hacemos una especie de homenaje a ese momento, a nuestra vida.

Fontcuberta nos contrarió tanto y tan amablemente que tuvimos que preguntarle por la provocación, y eso le llevó a charlar sobre de lo bonito. "Nos parece bonito lo que ya hemos visto y aceptado", afirmó el fotógrafo. Por eso, si el artista va por delante, el espectador se siente contrariado. Porque lo bonito sintoniza con la mayoría, y los conformistas y/o apoltronados no quieren moverse de ahí.

Así que, cuando Fontcuberta salió del plató, acabamos un poco del revés pensando que las imágenes nos pueden cegar, que lo bonito nos puede atocinar y que el hecho de que la vida pase no es un motivo de tristeza, sino de celebración. ¡Ah! Y que el humor no es lo contrario de la seriedad, sino del aburrimiento.