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Con humor o sin humor

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Entrevista a José Luis Cuerda

La semana pasada el actor Luis Merlo nos recordó que el humor permite reflexionar sobre asuntos que nos conciernen desde un lugar diferente al que nos llevan las emociones. Todos sabemos que una discusión se convierte en una lucha cuando implicamos nuestros sentimientos. Es el mundo digital. O lo que sientes tú o lo que siento yo. Todos hemos comprobado lo complicado que es mantener una charla tranquila, por mucho que nos lo propongamos, cuando se tratan, por ejemplo, temas como "hombres y mujeres", discrepancias políticas… Asuntos muy unidos a lo que creemos ser, a lo que pensamos que nos sostiene.

La emoción actúa, entonces, como un potenciador del sabor. Nos sentimos tanto a nosotros mismos que nos creemos estandartes de la verdad, la única posible.

Hace tiempo escuché en un programa de Redes que el cine y la tele nos pillan con la guardia baja. Las imágenes penetran en nuestra cabeza llegando con rapidez a profundidades que a la palabra le costaría. Apelan a las emociones más primitivas, enterradas e instintivas de nuestra historia personal.

¿Quién no lo ha pasado fatal viendo como al protagonista está a punto de explotarle una bomba en las manos, o que está a punto de caerse por un precipicio o ser descubierto por el asesino cuando camina tranquilamente de regreso a casa? Pues de eso estamos hablando.

A José Luis Cuerda no le preguntamos por el humor, pero acabó diciendo exactamente lo mismo. Despreció el sentimentalismo porque le parecía una bajeza. Su corazón era suyo -explicó- y no le parece bien que intenten alcanzarlo por lo que llamó "caminos retorcidos". Que así es muy fácil, como nos contaba Punset en su programa, y que él prefería acercarse a la gente por el camino de la risa, que es mucho más complicado -matizó- y elegante, respetuoso, gratificante, efectivo... Esto ya no lo dijo pero se sobrentendió, porque humor te permite reflexionar sin dolor incluso de lo que más te puede duele sin que te sientas atacado o herido.