Resistencia garífuna
Llegaron a través del mar buscando la libertad. Cerca de 200 años después se han convertido en el grupo étnico más numeroso y mejor organizado de Honduras. Tienen lengua propia y se esfuerzan por conservar sus costumbres. La mayoría los llama garífunas, ellos prefieren llamarse Garinagú. Descienden de los africanos capturados por barcos esclavistas que naufragaron frente a la isla de San Vicente en el siglo XVII. Los que lograron sobrevivir se mezclaron con los indios arawakos. El nuevo pueblo se fortaleció y creció a lo largo del siglo siguiente, convirtiéndose en un enclave de hombres libres; una seria amenaza para los países esclavistas. Durante buena parte del siglo XVIII, los garífunas sufrieron continuos ataques de parte de españoles y franceses logrando resistir hasta el año 1783, en el que fueron derrotados por los ingleses. En 1797, los británicos deportaron a los garífunas a la isla de Roatán. Poco después, con el permiso de las autoridades españolas, muchas familias se trasladaron a la Bahía de Trujillo y pronto se dispersaron por Belice, Nicaragua, Guatemala y Honduras, donde vive la comunidad más numerosa. En la actualidad residen alrededor de 100.000 garífunas en el país. Se calcula que en los Estados Unidos puede haber otros tantos. La lengua, como en todas las culturas, es la piedra angular que sostiene las raíces garífunas. Hay 43 pueblos garífunas distribuidos a lo largo de la costa Atlántica que ocupan Belize, Honduras y Nicaragua. La inmensa mayoría están en territorio hondureño.
Católicos
Los garífunas, como descendientes africanos que son, no entienden la vida sin Dios. Para ellos es inconcebible el mundo sin la práctica religiosa. La mayoría son cristianos católicos. La iglesia en Honduras cuida y fomenta su cultura de un modo especial. Quizá las principales características de la cultura garífuna sean las que no se ven. Se trata de un pueblo muy unido en el que hay un fuerte sentido de pertenencia a una gran familia. Entre ellos se consideran hermanos y son conscientes de que su fortaleza reside en el grupo, en la comunidad. Organizaciones de la iglesia católica como Cáritas y la ong de los misioneros claretianos, PROCLADE, están apoyando a las comunidades garífunas en la defensa de su cultura y sus intereses.
Presiones
La comunidad de San Juan es la única que ha resistido a las presiones de la industria turística multinacional. Un monumento recuerda a los garífunas masacrados entre el 12 y el 14 de marzo de 1937 por defender la Constitución de la República. Hoy la lucha tiene que ver con las tierras comunales. El gobierno nacional y municipal ha legislado para que puedan vender a título individual lo que antaño era propiedad del pueblo. Los pueblos vecinos de las localidades de Tornabé y Trinidad así lo han hecho. Y han vendido a las grandes compañías hoteleras las tierras junto al Caribe que se van convirtiendo en hoteles y que no generan entre los vecinos el trabajo que les habían prometido. Todos los empleados vienen de fuera. En San Juan la lucha continúa a pesar de las presiones: No aparecen en los mapas turísticos. Tampoco reciben los servicios municipales por los que pagan sus correspondientes impuestos. Ni siquiera la basura les recoge el ayuntamiento. La presión es inaguantable. Una mujer garífuna de San Juan ha perdido la vida en uno de los innumerables pleitos que se han abierto contra esta comunidad y sus vecinos.
Bahía de Tela
La bahía de Tela es un lugar privilegiado en pleno Caribe. Son casi 25 kilómetros de playa con un mar en calma constante debido a la barrera natural creada por los cayos e islotes que la protegen. Las grandes compañías turísticas han visto en este lugar paradisíaco un filón por explotar. Y han comenzado a comprar las tierras y a conseguir los permisos necesarios de un modo poco transparente. La construcción del proyecto “Bahía de Tela”, que tiene prevista su apertura en diciembre de 2013, mantiene vigiladas las playas y no permite el acceso por carretera a nuestras cámaras. El “Indura Beach & Golf Resort” se ha construido dentro del Parque Nacional Jeannette Kawas. Jeannette Kawas fue una ecologista asesinada por defender la integridad de este espacio natural. Paradójicamente, el lugar por el que luchó hasta la muerte, es hoy el campo de golf más grande de Centroamérica.