Las dos guerras del fotógrafo Boix
- Un grupo de investigadores descubre que Francesc Boix, el “fotógrafo de Mauthausen”, es autor de una colección de negativos sobre la Guerra Civil
- El fotógrafo organizó una cadena de robo de negativos en el campo de exterminio nazi de Mauthausen
- Boix fue el único español que actuó como testigo ante el Juicio de Nuremberg contra criminales de guerra nazis
- Los negativos que captan instantes de la Guerra Civil fueron disparados cuando el fotógrafo tenía diecisiete años
Del "Fondo de Argelés" al Fondo Boix
El ciudadano francés Raymond Pouech halló en un mercadillo de antigüedades, cerca de Perpiñán, un fondo de negativos fotográficos, algunos de los cuales se encontraban envueltos en trozos de papel con notas caligráficas. Lo que más llamó la atención de Pouech es que en las inscripciones aparecía repetidamente la palabra “Montsec”, la cordillera prepirenaica que cruza parte de las provincias Huesca y Lleida. Pouech adquirió el lote porque parte de sus antepasados procedían de esta zona, o al menos esto es lo que dijo a Josep Cruanyes, presidente de la asociación Comissió de la Dignitat (Comisión de la Dignidad), cuando este compró los negativos en una subasta.
El interés de Cruanyes y sus colaboradores no era tanto por la cordillera del Montsec, sino porque la mitad de los 1368 negativos captaba escenas de la Guerra Civil. El resto de la colección se componía de estampas paisajísticas, lúdicas y de vida cotidiana, que pertenecían a una época anterior a la contienda.
Comissió de la Dignitat se asoció con la entidad Fotoconnexió para documentar y –en caso de ser posible- establecer la autoría del lote fotográfico, al que denominaron “fondo de Argelés”. La hipótesis inicial era que los negativos habrían pertenecido a un soldado republicano internado en el campo de concentración de Argelés, tras cruzar la frontera a finales de enero de 1939. El hipotético soldado se habría deshecho de la colección o la habría perdido. Las condiciones de vida de los campos de concentración que las autoridades francesas habilitaron para controlar a los refugiados republicanos fueron muy duras. Oficialmente, estos recintos se denominaban “campos de acogida”, pero según el relato del exsoldado republicano José Granero internado en Argelés, lo de “acogida” era un sarcasmo.
Los negativos estaban contenidos en tres cajas, dos metálicas y una de madera. El primer trabajo del equipo de investigadores fue separar los clichés de sus envoltorios. Como se ha dicho antes, algunos envoltorios llevaban notas manuscritas con indicaciones sobre el contenido de las imágenes (personas o lugares). Las notas manuscritas fueron determinantes para que el inicialmente denominado “fondo de Argelés” pasara a ser el fondo Boix.
Las dos colecciones del Fondo Boix
Los investigadores han dividido, por su contenido, el fondo Boix en dos colecciones. Por un lado las fotos que capturan instantes de la Guerra Civil, y por otro unas imágenes de temática muy diversa y disparadas antes de la contienda. En una de ellas aparece, por ejemplo, Francesc Macià, presidente de la Generalitat republicana, fallecido en 1933.
Según los investigadores, las dos colecciones pertenecen a dos fotógrafos distintos.
En el video siguiente, Pep Parer, fotógrafo de Fotoconnexió, compara técnicas y estilos entre ambas colecciones.
Resolviendo un rompecabezas
Una parte importante de los negativos del fondo estaban cortados. Los investigadores procuraron encajar los perfiles de los cortes, como quien hace un rompecabezas, con el fin de reconstruir las tiras de negativos originales. Recompuestas las tiras, podían rehacer la secuencia temporal de los disparos del fotógrafo. Esta operación aportó datos sobre el escenario de las fotografías y la fecha en que se realizaron. Pero antes de encajar los perfiles el fotógrafo Mariano Blanco tuvo que abordar otra operación.
El recuerdo de María Fabregat
La divulgación en los medios de comunicación del descubrimiento del entonces denominado “fondo de Argelés” obtuvo dos respuestas que ayudaron a los investigadores a establecer la autoría de la colección de negativos. En una de ellas el azar puso mucho de su parte.
Uno de los periódicos que recogió la noticia del descubrimiento anotó que uno de los personajes que aparecían en las imágenes se llamaba María Fabregat, sin más detalles. Unos días después el exsoldado republicano Lluís Quinto se entrevistaba con Josep Cruanyes, presidente de Comissió de la Dignitat, la entidad propietaria del fondo fotográfico. Quinto había combatido en la cordillera del Montsec, escenario a su vez de algunas de las fotografías que se divulgaron en los medios. A la vista de las imágenes, Quinto reconoció que no podía aportar ningún detalle porque él pertenecía a otra unidad. A pesar de todo comentó a Cruanyes que su cuñada se llamaba María Fabregat. El resto de la historia aparece en el siguiente fragmento de vídeo.
De Mauthausen a Nuremberg
Francesc Boix llegó al campo de exterminio de Mauthausen en 1941, junto con un contingente de republicanos españoles que habían sido capturados por el ejército alemán durante la ocupación de Francia. Boix se “salvó” de la extrema dureza del campo porque había aprendido algo de alemán durante los primeros meses de su cautiverio en Francia y fue utilizado como intérprete por los nazis. Posteriormente, debido a su profesión, pasó a trabajar en el laboratorio fotográfico. En Mauthausen, los empleos cualificados eran muy apreciados por los miembros de las SS, ya que estos “no sabían hacer nada de nada”, como declararía Boix, años más tarde, ante el Tribunal de Nuremberg.
En el laboratorio, Boix coincidió con otros dos deportados españoles. Entre los tres idearon el robo de negativos con el fin de preservar pruebas de la barbarie ejercida en Mauthausen por los SS. Los fotógrafos oficiales del campo documentaban muchos aspectos del acontecer en el campo, desde visitas de altos cargos del régimen nazi, a fotos a modo de atestado, donde aparece un cadáver de un deportado en el suelo, abatido por “intento de fuga”. Hecho rotundamente falso como atestiguaría Francesc Boix ante el tribunal de Nuremberg. Entre los negativos robados hay una larga serie que reproduce la construcción del recinto del campo a cargo de los propios deportados. En la obra se empleaba el granito extraído de la cantera que daba razón a la existencia del campo de exterminio de Mauthausen. El mineral también se empleó en la construcción de los monumentos más megalómanos del III Reich. El trabajo en la cantera causó millares de muertos entre los deportados, a causa de la extenuación y el hambre. Este fue el plan de exterminio sistemático que rigió en Mauthausen.
La declaración de Francesc Boix en Nuremberg tuvo lugar el 28 y 29 enero de 1946. La crónica publicada por el diario Abc que recoge la comparecencia del exdeportado, omite su nacionalidad, a pesar de que el testigo se declaró como tal cuando fue preguntado por el presidente del Tribunal. Esta es una de las razones por las que el caso del único español que actuó como testigo en el proceso contra los criminales de guerra no se conociera en España hasta treinta y un años después, cuando la escritora catalana Montserrat Roig publicó el libro Els catalans als camps nazis, volumen que resultó de gran utilidad y alivio para familiares de víctimas de la barbarie nazi, ya que la España franquista silenció aquella tragedia.
Tras la muerte de Francesc Boix (1951), quien fuera su amigo desde los tiempos de Mauthausen, Joaquín López Raimundo, recuperó la colección de negativos robados a los SS que quedaba en el domicilio parisiense del fotógrafo. Otra parte del fondo ya estaba en manos de exdeportados. López Raimundo entregó los negativos a Montserrat Roig cuando la escritora documentaba su libro. Posteriormente Roig entregó el material a Amical de Mauthausen, asociación que agrupa a víctimas españolas de todos los campos nazis. Hoy el funcionamiento de la asociación está en manos de descendientes de deportados.
Actualmente el Museo de Historia de Cataluña conserva los negativos propiedad de Amical de Mathausen en una cámara refrigerada para evitar su deterioro.
Fotos y documentos inéditos
“Las dos guerras del fotógrafo Boix” presenta fotos inéditas; algunas firmadas por el fotógrafo y otras en las que el protagonista aparece en la imagen. Cabe destacar el hallazgo en Sant Sadurní d’Anoia de un retrato de la escritora Teresa Pàmies con la firma autógrafa de Boix. El equipo responsable del programa también ha tenido acceso a documentos inéditos. Una carta de Nuria Boix (hermana), desde México a Montserrat Roig desvela la fecha de alistamiento al Ejército republicano de Francesc y que éste tuvo que interrumpir su trabajo como reportero en el Tour de Francia de 1948 para someterse a una operación renal. Probablemente aquí empezó el rápido deterioro de la salud de Francesc Boix, cuyo fallecimiento se produjo tres años más tarde en París. La carta de Nuria Boix forma parte del legado Montserrat Roig, custodiado en el Archivo Nacional de Cataluña.
Periódicos de trinchera
Existen indicios que permiten suponer que el fondo fotográfico de la Guerra Civil no está completo. En primer lugar los investigadores han detectado un salto de cifras en la numeración que el fotógrafo hacía de los carretes. En segundo lugar el diario de guerra de Ventura Pau (capitán médico que estuvo al lado de Boix en el frente), presentado por primera vez en público por este programa, señala que el destino inmediato de los trabajos del fotógrafo eran los periódicos murales y los diarios de trinchera. Cabe suponer que el fotógrafo entregaría negativos a los editores de estas publicaciones y no los recuperara.