Rumbo al espacio
- Emitimos "Apolo-Soyuz, cita en el espacio" y "Vivir en el espacio"
- En 'La noche temática', el sábado, 20 de enero, a las 23.45 horas, en La 2
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Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética y Estados Unidos vivieron una auténtica carrera espacial. Dos superpotencias en conflicto que, sin embargo, se embarcaron juntas en una aventura que culminaría con un apretón de manos en el espacio. A lo largo de décadas, el ser humano ha soñado con explorar e incluso llegar a vivir en el espacio. ¿Cuáles son las barreras económicas, fisiológicas y tecnológicas a las que se enfrenta el hombre para conseguirlo? La noche temática incluirá en su próxima edición los siguientes títulos "Apolo-Soyuz, cita en el espacio" y "Vivir en el espacio".
Apolo-Soyuz, cita en el espacio
Comenzamos la emisión con una producción de 52 minutos de duración, dirigida por Thomas Risch y Laurent Portes y producida por The Prod en 2015.
El 17 de julio de 1975, la nave espacial Apolo, la joya de la tecnología estadounidense y su gran rival soviética Soyuz, se ensamblaron en el espacio durante dos horas. Dentro se produjo el primer encuentro espacial en la historia de la humanidad, firmado con un apretón de manos entre los dos comandantes. Sin embargo, estábamos en plena Guerra Fría. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba dividido en dos: este contra oeste, comunismo contra capitalismo, la Unión Soviética contra los Estados Unidos. Las dos potencias estaban desarrollando sus programas espaciales en secreto. Era la carrera espacial, con la amenaza nuclear como telón de fondo.
Después de un cuarto de siglo de frenética carrera armamentista, los dos bandos se dieron cuenta de que poseían armas nucleares suficientes para destruirse mutuamente y para mucho más. Se celebraron conferencias entre el presidente norteamericano Richard Nixon y el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Leonid Brézhnev. El 22 de mayo de 1972, Nixon se convirtió en el primer presidente de EE.UU. que visitaba Moscú. Durante la visita, la Unión Soviética y Estados Unidos firmaron los acuerdos SALT 1, por los que ambos países se comprometían a no incrementar sus armas intercontinentales. Este esfuerzo de entendimiento se extendió a otras áreas.
Siguiendo los deseos de sus líderes y rodeados por miles de ingenieros y técnicos de las dos naciones, cosmonautas y astronautas mostraron al mundo entero que la cooperación era posible. Los líderes de los dos países se comprometieron a cooperar en el espacio. El artículo 3 proponía el diseño de un sistema de acoplamiento entre las naves espaciales americanas y soviéticas, y se programó una misión experimental en la que participarían las naves Apolo y Soyuz para 1975.
Solo tenían tres años. Tres años para superar numerosas dificultades y desafíos técnicos en colaboración. En ese tiempo, los equipos llegaron a conocerse muy bien. Sus comandantes, Stafford y Leónov, forjaron una amistad que ha resistido el paso del tiempo. Estados Unidos y la Unión Soviética. Dos superpotencias en conflicto. Apolo y Soyuz, dos tecnologías diferentes. Thomas Stafford y Alexei Leónov, dos ideologías opuestas... Pero todo esto se unió en un firme apretón de manos.
Vivir en el espacio
Continuamos nuestra emisión con una producción francesa de 2013 con una duración de 52 minutos. Está dirigida por Laura Farrenq y producida por AB Productions en colaboración con Doc Land Yard.
Hace medio siglo, el ser humano se lanzó a explorar un nuevo territorio: el espacio. Esta aventura fantástica comenzó en 1961, cuando Gagarin dio la primera vuelta a la Tierra en una cápsula espacial. Desde entonces, cientos de hombres y mujeres han volado por encima de nuestra atmósfera durante varias horas e incluso varios meses. Pero la especie humana no está hecha para vivir en este universo desconocido y hostil. La ausencia de gravedad, los rayos cósmicos y el vacío intersideral hacen peligrar la vida de los astronautas en todo momento. Quedarse a vivir en el espacio es hoy por hoy imposible.
Alimentarse, lavarse, moverse. Allí, las acciones más sencillas adquieren otra dimensión. ¿Podrá el hombre, alguna vez resistir una estancia prolongada e instalarse en colonias espaciales? Científicos, médicos y astronautas intentan paliar las debilidades de nuestro cuerpo, crear sistemas de energía independientes y diseñar naves en las que los humanos puedan vivir con total autonomía. Juntos, están dispuestos a cambiar el destino de la humanidad, a prolongar su existencia lejos de aquí en el espacio.
A 400 kilómetros por encima de nuestras cabezas se encuentra la Estación Espacial Internacional, un eslabón fundamental de la conquista espacial. Desde el año 2000, más de 200 astronautas de todas las nacionalidades han permanecido en ella sucesivamente durante varios días o varios meses. Es un auténtico mastodonte que se alimenta de energía gracias a unos paneles solares. Tiene seis habitaciones, dos cuartos de baño, una gimnasio y una cúpula que proporciona a los ocupantes unas vistas únicas del espacio infinito. Cuenta también con un ingenioso sistema de reciclaje de agua, ya que a 400 kilómetros de altitud cada gota es muy valiosa. Enviar un litro de agua desde la tierra cuesta cerca de 20.000 euros.
Por otro lado, en Alemania, el profesor Marco Durante y su equipo estudian unos materiales muy particulares. Se trata de arena idéntica a la de la Luna y Marte. El profesor tiene mucho interés en estas muestras porque considera que algún día el hombre podrá utilizarlas para colonizar el espacio. En España, en Barcelona, un equipo de investigadores trabaja en un experimento muy original. El nombre del proyecto es Melissa. El profesor Francesc Godia es el director de un laboratorio de ingeniería química. Desde hace más de 10 años intenta crear lo que podría denominarse una minitierra artificial.