El Salvador busca salvador
- En Portada viaja al país más violento del mundo en 2015
- El Salvador no encuentra antídoto contra la violencia desatada por las pandillas, especialmente tras el fracaso de la tregua de 2012
Ficha técnica:
Título: El Salvador busca salvador
Guión: José Antonio Guardiola
Realización: Susana Jiménez
Imagen: José Manuel Frean
Sonido: Santiago Aguilar
Montaje: Javier Mula
En España utilizamos aplicaciones de móviles para reservar restaurantes o visitar museos. En San Salvador existen aplicaciones para saber si un recorrido a pie o en coche atraviesa zonas controladas por la Mara Salvatrucha o las dos escisiones de Barrio 18: la 18 sureños y la 18 revolucionarios. (https://www.google.com/maps/d/u/0/viewer?mid=1doQp49hqyeh1MS5dApueh9sKkNg) Es fundamental. Entre una esquina y otra no cambia el paisaje, pero se puede disparar el peligro.
Las aplicaciones en los dispositivos móviles están bien, pero lo importante es saber interpretar los placazos, las pintadas que adornan los muros de las calles salvadoreñas. Si abundan las MS o el número 13 estamos en zona salvatrucha. Si imperan los números 18, el Barrio 18 es el dueño de la colonia.
El vocabulario de las pandillas
La colonia suele estar controlada por la clica. La clica es la palabra que define al pequeño (otras veces no tan pequeño) grupo de pandilleros que dominan la colonia.
A los pandilleros se les conoce como homeboys, soldados o bichos.
Los homeboys reciben una golpiza como experiencia de iniciación. En la MS la golpiza dura 13 segundos. En Barrio 18, 18 segundos. Así entran en la clica.
La clica la lidera el palabrero, es quien tiene la palabra, la decisión final.
Por encima de los palabreros están los ranfleros, los que deciden de verdad, los que marcan la estrategia de la pandilla (se conoce como lineamineto).
Los ranfleros tienen clecha, la autoridad que surge del respeto (en estos casos también llamado miedo).
Los pandilleros tienen sus jainas, sus chicas (también son machistas, además de violentos).
En las casas destroyer, viviendas abandonadas o expropiadas, se organizan los mirines, reuniones convocadas por ranfleros o palabreros para planificar sus acciones.
Unas veces se redactan güilas, mensajes amenazantes, otras veces se dictan luces verdes (órdenes de asesinato). También se decide a quién rentear, extorsionar.
Las pandillas tienen su lenguaje y sus códigos. Un homeboy nunca abandona a otro en peligro. El castigo: la muerte.
Un homeboy nunca nombra a la pandilla rival.
Un homeboy respeta a la jaina de otro homeboy.
Un homeboy nunca roba en la colonia que controla la clica.
Un homeboy nunca apunta a otro homeboy de su pandilla.
Un homeboy nunca fuma piedra o crack. Nunca viste con los colores de la pandilla rival. Si la pandilla dice no, es no. No se discute.
Un homeboy puede salir de la pandilla, pero con determinadas condiciones. La principal: la pandilla seguirá siendo sagrada, el número tatuado de la pandilla seguirá siendo sagrado. Quien retire el número tatuado, quien lo usurpe, será castigado… Y así empieza nuestro reportaje.