La casba rebelde
- En Portada muestra la Casba de Argel como una metáfora de la propia Argelia
Ficha técnica
GUION: ESTER VÁZQUEZ
REALIZACIÓN: ÁNGEL BARROSO
PRODUCCIÓN: ANA PASTOR /LOURDES CALVO
IMAGEN Y SONIDO: FERNANDO BRIOLES E IRENE MARTÍN
MONTAJE: Nuria Torres
La casba de Argel es mucho más que una medina, mucho más que el barrio más antiguo de la capital y más que el lugar reconocido en 1992 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, por su interés cultural e histórico.
La casba es el corazón del país y late en función del propio sentir de Argelia. Un pulso que se ha mantenido en paralelo con los acontecimientos más sobresalientes de su historia.
En la guerra de la Independencia, la casba se convirtió en el símbolo de la resistencia argelina, por sus angostas calles los guerrilleros sabían sortear los controles que el ejército francés había establecido por toda la barriada y por las azoteas de sus casas escapaban ante la mirada atónita de aquellos paracaidistas franceses, que llegaron a mediados de la década de los cincuenta con el objetivo de desmantelar la cúpula del Frente de Liberación Nacional.
La casba tenía entonces una entidad propia, era el resguardo de la población árabe, los vecinos más antiguos cuentan cómo la solidaridad era una ley y cómo lucía entonces este viejo barrio con sus calles limpias y su olor a jazmín y café árabe.
El tiempo ha deteriorado el espíritu de la casba
Pero el tiempo ha ido deteriorando no solo los edificios sino el propio espíritu de la casba. Después de la Independencia, los antiguos pobladores de la casba la abandonaron para irse a vivir a las casas coloniales del barrio europeo, mientras gente de otros lugares ocupaba las casas vacías y poco a poco empezó a transformarse el barrio en un lugar abandonado y superpoblado, un refugio para las clases más humildes. Cerraron sus cafés, desaparecieron muchos de sus artesanos y comenzó el olvido.
Llegaron los años de plomo, la década negra, un tiempo en el que la desconfianza se apropió de todo y de todos y en la casba las puertas que siempre habían permanecido abiertas, se cerraron. Un tiempo que nadie quiere recordar pero, que está muy presente en la mente y la conciencia de cada argelino.
Un amargo período que ha dejado muchas heridas abiertas, de ese dolor saben mucho las familias de los desaparecidos, más de 15.000, según las estimaciones de las principales organizaciones humanitarias, que han escuchado desgarradores testimonios de padres y madres que siguen buscando a sus hijos más de veinte años después de que desaparecieran.
Actualmente reina la incertidumbre
En la casba hoy en día hay incertidumbre, un momento de desconcierto que refleja a la perfección la complicada situación que vive el país. El presidente Abdelaziz Bouteflika que, sufrió en 2013 un derrame cerebral, se encuentra en un delicado estado de salud, que le mantiene prácticamente fuera de la escena pública, dando lugar a toda serie de rumores y especulaciones sobre el futuro. A ello, se añade una complicada situación económica después de la caída del precio del petróleo, su principal fuente económica.
La casba se derrumba, escombros, basura, los distintos proyectos de restauración solo son parches que no evitan su deterioro. Todos aman la casba pero ésta agoniza mientras se espera, aunque no se sabe muy bien qué.
Su espíritu rebelde, es de lo poco que aún queda en pie. Ese mismo que ha hecho posible que el barrio haya resistido y renacido de los peores momentos.
Un espíritu, que dicen que surgió cuando los colonos franceses construyeron el frente marítimo que le privó a la casba del acceso al mar y le arrebató su tradicional modo de vida. Y así nació esa rebeldía, cuando la casba dejó de mirar al mar.