La guerra de los espías
- Una guerra secreta entre EE.UU. y la URSS en pleno corazón de Berlín
- Emitimos "Dos bombas para una espía" y "KGB-CIA: Duelo en Berlín"
- En La 2, la medianoche del sábado 25 al domingo 26 de agosto
El éxito o fracaso de las grandes operaciones de los servicios secretos se lo debemos a sus agentes de información: los espías. Su intervención ha sido crucial en momentos clave de la Historia. Después de la Segunda Guerra Mundial, los espías libraron una guerra secreta entre Estados Unidos y la Unión Soviética en pleno corazón de Berlín. Gracias a los espías, Stalin consiguió en un tiempo récord la fórmula americana para fabricar su propia bomba atómica. La próxima edición de La noche temática incluye los siguientes títulos: "Dos bombas para una espía" y "KGB-CIA: Duelo en Berlín".
Dos bombas para una espía
La noche temática inicia su emisión con un documental francés de 2015 dirigido por Gérard Puechmorel, de 52 minutos de duración y producido por ANAPROD con la participación de Planete+.
La Unión Soviética lanzó su primera bomba atómica el 29 de agosto de 1949, apenas cuatro años después del lanzamiento de la bomba americana sobre Hiroshima. La rapidez con la que Stalin consiguió su propia bomba atómica sorprendió a todos. Los servicios secretos soviéticos trazaron un extraordinario plan de espionaje en el mismo corazón de los Estados Unidos. El éxito de esta operación se lo debemos principalmente a la espía Elizabeth Zarubina, una mujer cuya hazaña ha permanecido en secreto hasta hoy.
Estados Unidos se había convertido en el primer blanco de los servicios de inteligencia soviéticos. Elizabeth viaja a Estados Unidos por primera vez en 1936. Su viaje tenía como objetivo acercarse a las personalidades más célebres e influyentes y ganarse su confianza. Los soviéticos estaban muy interesados en un hombre, Einstein, el gran físico. Su contribución científica sería esencial: elaboró el principio de la bomba. Siempre había gente alrededor de Einstein con la esperanza de ver lo que estaba haciendo. Hasta su última amante, la checa Konenkova, era un agente de los servicios soviéticos. Zarubina conocía a Margarita Konenkova, la mujer del escultor que realizó la famosa estatua de Einstein en Princeton. Ella fue quien la reclutó en 1936.
En 1941, tras el ataque sorpresa a Pearl Harbor, Estados Unidos entra a participar directamente en la Segunda Guerra Mundial. La tenacidad del enemigo alemán y japonés convenció a Roosevelt para acelerar y poner más medios en la construcción de la bomba atómica. En Moscú también se pusieron manos a la obra en la investigación nuclear. Stalin se enteró de que los americanos intentaban diseñar un modelo de bomba completamente nuevo: la bomba atómica. Los secretos de la bomba se convertirían en prioridad para los servicios secretos.
La Unión Soviética tenía buenos científicos, pero la industria había sido devastada durante la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1942, Stalin confió la puesta en marcha del proyecto atómico a Lavrenti Beria, el gran jefe de la seguridad interior y exterior de la Unión Soviética. Él fue quien envió a Elizabeth a Estados Unidos. A principios de 1943, ella junto a su marido, también espía, y su hijo se mudan a Washington, para conseguir los secretos de la bomba americana. El mérito de Elisabeth fue introducir en Los Álamos a científicos, cómplices, que se convertirían en sus contactos en el interior.
Los científicos que trabajaban en Los Álamos fueron reclutados por su talento científico. Solo después comprobaron y evaluaron el pasado personal. La mayoría eran emigrantes judíos que venían de Europa huyendo del antisemitismo. Elisabeth, también de origen judío, conocía a algunos, a quienes había ayudado a escapar. Para ellos, Hitler representaba el mal absoluto y la posibilidad de que los nazis tuvieran la bomba era una motivación para trabajar duro. Cuando Zaburina se dirigió a Oppenheimer para pedirle un puesto de trabajo para algunos alemanes antifascistas, él no se negó y esas personas fueron contratadas. Parte de la familia de Robert Oppenheimer, el director científico del Proyecto Manhattan, había sido asesinada en Alemania.
Los científicos que trabajaron en la creación de la bomba comprendieron que si solo un país poseía el arma terrorífica la podría utilizar para asentar su supremacía mundial. Los científicos querían hacer partícipe a la Unión Soviética porque era un Estado con posibilidad de crear un equilibrio.
KGB-CIA: Duelo en Berlín
La noche temática continúa su emisión con una producción francesa de 2015 dirigida por David Muntaner, de 52 minutos de duración y producida por Babel Doc con la participación de France Télévisions.
Durante más de 50 años, Berlín fue el símbolo de la Guerra Fría, el escenario del espionaje entre los servicios secretos de los Estados Unidos y el bloque soviético. En el corazón de la ciudad, los servicios secretos mantenían una guerra abierta. Tanto el KGB como la CIA se infiltraban en los servicios secretos enemigos creando enormes tensiones entre los dos bloques. Miles de agentes fueron los engranajes de la más formidable guerra de inteligencia de la historia. Las mentiras y las traiciones rigen el destino de las grandes potencias de la época.
En mayo de 1945 el ejército alemán se rinde ante los ejércitos aliados del este y del oeste. Los americanos y los soviéticos se reparten la ciudad de Berlín. Berlín Oeste, bajo mando americano, estaba situado en pleno corazón del sector soviético. Una bomba de relojería. El 24 de junio de 1948, los soviéticos lanzarán el primer golpe de la Guerra Fría. Al amanecer las tropas soviéticas cortan las carreteras, las vías de tren, los canales. Es el bloqueo. Los rusos quieren asfixiar Berlín Oeste. Es el primer plan de envergadura del KGB.
En aquel momento Estados Unidos podría haber enviado carros de combate pero eso habría desencadenado la Tercera Guerra Mundial. También podría hacer aceptado la derrota y haber abandonado Berlín. Pero finalmente optó por seguir abasteciendo Berlín por el aire. La ciudad jamás será abandonada a los rusos: la CIA consigue su primera victoria.
A mediados de los años 80 la guerra entre la CIA y el KGB cambia de rostro. Para responder al poderío soviético, Ronald Reagan lanza “la guerra de las galaxias”, un proyecto gigante de un escudo antimisiles. Es la última fase de este enfrentamiento interminable. El 11 de junio de 1985, en el puente de Glienicke, al sur de Berlín, tiene lugar el intercambio de espías más importante de la historia. De un lado, cuatro espías soviéticos apresados por los americanos vuelven con los suyos. Del otro lado, 23 agentes reclutados por la CIA y detenidos en Moscú. Cada bando recogió a sus hombres. La Guerra Fría llegaba a su fin y en 1989 cae el muro, su símbolo más visible.