Las batas de cola de grandes como Lola Flores, Rocio Jurado e Isabel Pantoja. ¿Quién la movía mejor?
- La Fundación Carlos de Amberes expone 11 batas de cola de grandes de la canción y el baile flamencos
- La mayoría de las batas de cola son obras de Justo Salao y Lina, que murió en septiembre de 2021
La película Sevillanas de Carlos Saura tiene momentos sublimes. El de Lola Flores es uno de ellos. La artista baila con una bata de cola muy elegante, con el cuerpo hecho en terciopelo negro y la falda con volantes negro ribeteados en blanco. El vestido baila con ella, Lola levanta la cola, la hace volar, la mece, se envuelve en ella. Es un momento de mucha fuerza y belleza. Fuerza y belleza son dos palabras que definen bien la bata de cola, pero hay otras. Y todas están en la exposición 'Homenaje a la bata de cola', una idea de Laura Sánchez y Javi Villa que ha tomado forma con el trabajo de la comisaria Ángela María López. "Lo que queremos contar es el don de la bata de cola para posicionar a una bailaora, o te ensalza o te hunde", dice la empresaria y modelo. En las salas lucen poderosas las batas de Lola Flores, Rocío Jurado, Isabel Pantoja y Carmen Sevilla, y también las de grandes del baile como Merche Esmeralda, María Rosa o Manuela Vargas. "Teníamos claro que había que contar con las mejores y que había que dar su sitio a la moda andaluza, y sobre todo la bata de cola. Porque la bata de cola no es solo espectáculo, la bata de cola tiene mucho trabajo de costura, es todo un mundo. Es un mundo propio dentro del flamenco, y también un mundo propio dentro del espectáculo". Y hay que añadir que lo tiene también dentro de la costura, y la moda, y en la historia. "Exacto. La bata de cola tiene vida propia. Es una prenda que nace de la mano del flamenco en torno al café cantante y a la luz de los candiles. Tenemos rastreados los primeros bailes con 'colín' o bata de cola, pero tal y como la conocemos hace en los años 70 y 80 del siglo XIX, y lo hace a partir de la moda de esos años, que era la silueta en 'S' o 'pecho de palomo', que son vestidos que van muy armados en la parte de arriba, con un corsé muy apretado y luego caen como una falda en colín", dice la comisaria.
Del café cantante al tablao
La muestra guía al visitante a través de la historia, entrelazando moda y baile, arte y espectáculo. Y cuenta que las pioneras, 'las madres', como La Mejorana, La Macarrona y La Malena "fueron las que nos enseñaron cómo se mueve una bata de cola y las que realmente crearon la bata de cola, porque a base de necesidades que se imponían con el baile ya se iban confeccionando los vestidos y se incorpora el mantoncillo, los 'avíos', el abanico. Y de aquellas artistas se pasa a otras grandes mujeres, como Juana Reina, Lola Flores y Manuela Vargas. Sus batas de cola hablan de ellas y de mucho más. " Son prendas que requieren de una confección muy especial y eso es un trabajo de modista artesanal. Cada modista tiene su patrón. Una bata de cola suele tener entre metro, y metro y medio. Luego estaba la bata de cola de Carmen Amaya, que medía tres metros y no veas cómo la movía con lo chiquitita que era ella. ¡No se conoce a nadie que haya podido con tanto!".
En los años 40 y 50 del siglo XX, las batas de cola se confeccionan con organdí y luego se almidonaban para que tuvieran 'prestancia'. Eran vestidos que pesaban bastante y que costaba moverlas. "Las batas almidonadas rozaban las piernas y les hacían llagas. Pero dice Matilde Coral que qué bonito era escuchar el crujido del almidón". Luego los tejidos fueron cambiando, aportando ligereza y delicadeza. Había espectacularidad pero que no había sufrimiento. "Es que antes se podía llegar a 15 o 25 kilos, como esta de María Rosa, que no baja de los 10 kilos. La exposición refleja además muy bien esa evolución de la bata de cola, pasando del flamenco a la copla. "Con el tiempo se va, digamos, estructurando, y el baile se va mezclando con elementos de la escuela bolera que se reflejan en la bata de cola. Va perdiendo esa frescura de lo hondo para hacerse más académica".
Cada bata de cola tiene su historia
Casi todas las batas son de modistas muy importantes en el sector, grandes maestros de la aguja flamenca como Justo Salao y Lina, fallecida en septiembre de 2021. La de Lola Flores es de Tomás García y Alfonso Martínez, aunque durante años se dijo que era de Elio Berhanyer. La de Rocío Jurado es de los años 80, previos al musical Azabache que la consagró como tonadillera. "Es de esos años en los que ella transita como mujer, deja atrás esos años sensuales y voluptuosos para adoptar una imagen más seria. "Pasa a moderarse un poco", añade con elegancia. "Es una bata que se configura a partir de un mantón de Manila y tiene una cola de dos metros. Es una bata completamente funcional para que ella la mueva con todo el poderío y el saber hacer, con el tronío que ella tenía y con todo su registro vocal. Es una pieza de alta costura". La Jurado era 'La más grande'. Su fuerza vocal y su presencia en el escenario no tienen rival. Pero la cantante no tenía el dominio escénico de Lola Flores o Isabel Pantoja. Su fuerza estaba en ella, en su garganta, pero no solía bailar. Isabel Pantoja sí, y lo hace muy bien, tanto que Lolita Flores tuvo que reconocer que era la que mejor movía la bata de cola. "Eso sí, después de mi madre", decía.
La bata de Isabel Pantoja es muy curiosa. Es un trabajo de Lina, su modista de cabecera, y tiene un tejido exquisito en un color verde mar muye elegante. Es una de las más famosas, pero de las menos vistas, ya que solo la llevó para la portada del icónico disco 'A tu vera'. "Lleva un juego de mantones que van cosidos a la propia bata, con estos maravillosos bordados hechos a mano sobre una seda muy, muy, muy fina, muy delicada. Es una bata para ser a fotografiada, no para bailar", revela.
Otras, en cambio, estaban pensadas para que se movieran. Como las de Merche Esmeralda, Manuela Vargas, Cristina Hoyos que la llevó en el homenaje a Antonio Mairena que se hizo en la Exposición Universal de 1992 de Sevilla. Es una bata de Justo Salao muy ligera, pero muy potente. ¡Y además en el color coral, como ella!". Entre las anécdotas destaca la de Manuela Vargas. "Bailaba siempre con bata almidonada y se negaba a salir sin que se viera su bata impoluta, por eso viajaba con una planchadora. Siempre llevaba dos batas iguales, y a mitad del espectáculo, cuando su bata perdía prestancia y los volantes se caían, se la quitaba y se ponía la otra bata, recién planchada". Historias como esta y batas que las cuentan se funden en esta exposición que se inaugura este jueves 21 de abril en la Fundación Carlos Amberes de Madrid, es gratis y está abierta al público tan solo 4 días, hasta el domingo 24 de abril.