Esculturas de leyenda
- En El gallo que no cesa, hemos recorrido España fijándonos en esculturas que recuerdan leyendas locales
- La ruta nos lleva por Galicia, Cáceres, Segovia y Sevill
¿Qué hace un hombre lobo en el Camino de Santiago? ¿Y una mujer armada en el mirador de Garganta la Olla? ¿Por qué hay un diablillo haciéndose un selfi en el acueducto de Segovia? ¿Y qué representa el gallo de Morón de la Frontera?
En muchos viajes, nos encontramos con esculturas que recuerdan a personajes históricos, homenajean a mujeres y hombres locales, a conceptos más abstractos e incluso hay algunas que nos remiten a leyendas que conectan con el acervo popular.
En El gallo que no cesa, nos hemos fijado en algunas de esas obras y nos hemos propuesto conocer sus historias.
Vákner, el lobishome del Camino
Desde hace unos días, los peregrinos que hacen el Camino entre Muxía y Fisterra se encuentran con la estatua de un gran hombre lobo de cinco metros. Es una representación de Vákner, un ser temible del Camino.
Su historia se remonta tiempo atrás. A fines del siglo XV, un obispo armenio recogió en sus escritos un encuentro durante su peregrinación: "Padecí muchos trabajos y fatigas en este viaje, en el cual topé con gran cantidad de bestias salvajes muy peligrosas. Encontramos el Vákner, animal salvaje grande y muy dañino. ¿Cómo, me decían, habéis podido salvaros, cuando compañías de veinte personas no pueden pasar?".
Últimamente en la zona intentan recuperar su figura con Territorio Vákner, una iniciativa que incluye varias acciones, entre ellas la instalación de una escultura gigante que "se encargó al escultor Cándido Pazos que tiene muchísimas obras a lo largo del Camino de Santiago”, explica Ana Casáis, técnica de cultura del concello de Dumbría.
Tiene el aspecto de un hombre lobo, sin embargo nadie conoce cómo era este personaje: “No estaba muy claro si era un hombre lobo, si era un dragón... Había diferentes teorías. Al final, nos inclinamos por la del hombre lobo porque enraíza con las raíces más profundas de Galicia, con la figura del Lobishome".
Es un aliciente más para visitar A Costa da Morte y el concello de Dumbría que tiene en Ézaro su espectacular salida al mar.
La Serrana de la Vera
Garganta la Olla es un pueblo precioso de la comarca de La Vera, en el norte de Cáceres. Su nombre describe su esencia: está situado en una olla y el agua corre con fuerza.
En lo alto, existe un mirador con una escultura de una joven fuerte y hermosa que lleva una ballesta al hombro. Es la Serrana de la Vera, un personaje que forma parte de la literatura y de la cultura popular.
La Serrana se identifica con Isabel de Carvajal, una joven de buena familia, valiente, inteligente y hermosa de Garganta que se enamoró, como cuenta su alcalde Antonio Muñoz. “Mantuvo relaciones con un chico. Hay varias versiones, una versión dice que fue con un sobrino del obispo de Plasencia y otra que había tenido relaciones con un militar de los que venían con Carlos V al monasterio de Yuste, pero no se pudo casar porque estaba ya casado”.
Señalada por la sociedad, se echó al monte y decidió vengarse de los hombres, atrayéndolos a su cueva. "Todos los que pasaban por allí los conquistaba, se los llevaba a la cueva, les daba de comer bien, disfrutaban y luego los mataba".
Más allá de la tradición popular, la literatura se ha servido de la leyenda en muchas ocasiones y autores como Lope de Vega, Vélez de Guevara o Gabriel Azedo de la Berrueza han contribuido a transmitir el mito de esta mujer “blanca, rubia, ojimorena”.
El diablillo del acueducto de Segovia
El acueducto de Segovia lleva casi dos mil años en pie, desde el siglo II d.C. Los libros de historia atribuyen su construcción a los romanos, pero hay una leyenda que responsabiliza al propio diablo: “Los segovianos desde que somos niños, nuestros abuelos nos han asegurado que en realidad el acueducto no lo han construido los romanos, sino que está hecho por el diablo en una sola noche” cuenta Eva Torres, guía de www.segoviaimperdible.es.
Cuentan que una niña, harta de cargar todos los días con el agua cuesta arriba y cuesta abajo, hizo un pacto con Belcebú: esa misma noche construiría un acueducto y si lo acababa antes del amanecer, se quedaría con su alma.
Acto seguido la pequeña se arrepintió y empezó a rezar y rezar para que Lucifer no terminase la obra a tiempo. Y así fue. Cuando salió el sol, “al diablo no le había dado tiempo a poner la última piedra ya que milagrosamente había amanecido antes de lo habitual”.
El mosqueo del diablo fue tal que, antes de irse, dejó unas marcas. "Sobre las piedras vais a ver que hay como unos agujeros. Nosotros los segoviamos sabemos que son las marcas de las garras del diablo".
Hoy, hay una escultura de un diablillo regordete haciéndose un selfie, obra de José Antonio Abella, que recuerda esa leyenda que se puede conocer en profundidad en el tour al atardecer de Segovia Imperdible.
El gallo de Morón que sembró paz con su discordia
Desde hace más de un siglo, un gallo preside uno de los miradores de Morón de la Frontera, en Sevilla. Es un monumento de bronce que "se decide, en 1916, levantar una estatua, un monumento, para que la leyenda del gallo perpetuara en el tiempo” indica María Bernal Alba, de la oficina de turismo de la localidad.
Según la leyenda, alrededor del año 1500, Morón era un pueblo dividido y enfrentado, imposible de reconciliar y la chancillería de Granada tuvo que tomar medidas. "Decidieron enviar a un juez para poner orden en el pueblo. Este hombre era conocido por su dureza y su despotismo. Iba diciendo por todos sitios que donde él estuviese no había más gallo que él".
La animadversión que despertaba ese señor hizo que ambas partes se unieran para expulsarle de la localidad: "Una noche lo engañan, lo sacan a un lugar denominado Canillas. Allí le quitaron la ropa, le dejaron desnudo y le dieron una paliza con varas de acebuche".
Hoy, Morón es una localidad bien avenida con muchos monumentos visitables y un patrimonio inmaterial donde destacan el flamenco y la cal.