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Un preso ha aceptado iniciar el tratamiento farmacológico para inhibir sus impulsos sexuales. Sigue una terapia psicológica y dentro de dos años comenzará con la medicación.

Según el Tribunal Supremo no cometió dichos delitos. Fue condenado a 36 años de cárcel, pero el Supremo dice ahora que las pruebas de ADN demuestran que es científicamente imposible que él fuera el violador.

Han asegurado que no las violaron pero han admitido que las cogieron entre nueve, y que tras sujetarlas fuerte por las muñecas y los pies, abusaron de ellas.