El sonido de las campanas de la iglesia de un pequeño pueblo de Teruel enfrenta a vecinos y turistas. Para los primeros, es una tradición irrenunciable y, para los segundos, un incordio que no les deja dormir. El conflicto ha llegado hasta el consejo de ministros, que ha aprobado un referéndum para decidir si se suspenden las campanas por la noche.