En 1995, una explosión de grisú provocó una tragedia en el pozo San Nicolás, en Mieres (Asturias). En esta explotación minera de la empresa Hunosa fallecieron catorce mineros que trabajaban a más de cuatrocientos metros de profundidad. Fue uno de los peores accidentes de la historia de la minería asturiana y conmocionó al país, pero sobre todo a las poblaciones de las cuencas mineras sabedoras de la peligrosidad de este tipo de trabajo.