Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

Defender los derechos humanos es cada vez más difícil en el mundo. Los activistas, hombres y mujeres, se arriesgan a ser blanco de procesos judiciales, campañas de desprestigio, acoso, amenazas y, en los casos más extremos, desapariciones forzadas y asesinatos. En 2016, 281 activistas perdieron la vida, 125 más que el año anterior.

Amnistía Internacional (AI) considera que estos niveles de persecución, intimidación y violencia son inéditos, y por ello ha lanzado una campaña internacional con el lema "Valiente" para destacar el trabajo de estas personas y pedir su protección.

"Eritrea es una gran prisión", ha explicado Berekhet, quien tuvo que huir de Eritrea tras fundar una web informativa para denunciar la falta de libertad del régimen.

América Latina es especialmente peligrosa para los activistas que defienden los derechos de los indígenas a la tierra y el medio ambiente. El caso más conocido es el de la hondureña Berta Cáceres, asesinada en marzo de 2016.

Pascual Bernabé Velázquez representa al "gobierno plurinacional" de los indígenas mayas de la región de Huehuetenango, en Guatemala, que se oponen a las empresas hidroeléctricas. Los líderes indígenas han sido encarcelados y posteriormente puestos en libertad, y algunos asesinados.

"Defendemos el territorio, el agua, las montañas, los animales - ha asegurado durante el acto de AI - El Gobierno, con sus propias leyes, que son para los empresarios, está presionando a las personas".

Sólo se habla del muro del norteese que Donald Trump prometió construir o reforzar con el dinero de los mexicanos para evitar la llegada de migrantes. Una promesa electoral que, por ahora, se queda sólo en eso, en promesa. Pero 3.000 kilómetros al sur, en la frontera de México con Guatemala, hay otro muro del que se habla menos; que no es visible porque no está construido con cemento y alambradas. Un muro plagado de trampas, puestas por los cárteles de la droga, los delincuentes comunes y hasta la policía mexicana, y cuyas víctimas son siempre los mismos: los más vulnerables: los 500.000 centroamericanos que entran cada año. Ellos protagonizan una crisis humanitaria sin parangón.

"Al cruzar la frontera sur de México la situación se convierte en un verdadero infierno. Los están esperando los criminales, los cárteles de la droga para secuestrarlos y exprimirles no sólo el poco dinero que traen sino la poca propiedad que tienen", asegura Fray Tomás Gonzales, que intenta paliar la situación dirigiendo un albergue para migrantes en Tenosique, Tabasco (México).

Médicos Sin Fronteras (MSF) también está en el terreno ofreciendo asistencia psicológica y sanitaria. En su último informe, titulado "Forzados a huir del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador): una crisis humanitaria olvidada", la ONG ha recabado numerosos testimonios que denuncian la colusión de autoridades y delincuentes. Uno de esos testimonios es el de una hondureña de 35 años que prefiere no decir su nombre y que ha cruzado cuatro veces la frontera sur mexicana.

  • Ha fallecido a los 65 años mientras dormía en su residencia de Nueva York
  • Harvey Milk le encargó crear un símbolo en un desfile del orgullo gay de 1978
  • El resultado fue la bandera símbolo de la comunidad LGTB en todo el mundo

Carles Mesa entrevista a Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España. La entidad ha publicado un informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo, y advierte que algunos políticos están utilizando una retórica tóxica y deshumanizadora del "nosotros contra ellos".

Cada seis horas un niño murió ó fue gravemente herido el año pasado. De los 400 mil muertos de esta guerra, más de un 20 por ciento son menores. Desde Unicef estiman que pueden ser más. Hay zonas donde la asistencia humanitaria no puede llegar. Incluso en Damasco, la escasez de medicamentos ahoga.

Este 15 de marzo se cumplen seis años del comienzo de la guerra en Siria, que se inició con manifestaciones contra el régimen de Bachar al Asad en el marco de la "primavera árabe".

Según la ONU, uno de cada 100 habitantes de Siria ha perdido la vida: casi 400.000 muertos. Se trata del peor conflicto bélico desde el fin de la II Guerra Mundial, según Zeid Ra'ad al Hussein, alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Más de la quinta parte de la población vive como refugiada fuera del país, mientras que la mitad de quienes permanecen en Siria necesita ayuda humanitaria. De los casi 400.000 muertos, 16.000 son niños, según Save the Children.

Dos de cada tres sirios no tienen acceso a una fuente segura de agua, bien al que los hogares tienen que destinar la cuarta parte de sus recursos.