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Hoy es el día internacional del niño y la niña. Se cumplen justo treinta años de la firma en la ONU de la convención con los derechos de los menores. Es el tratado internacional más ratificado, pero no siempre se cumple. La situación de los más pequeños ha mejorado en las últimas décadas, pero aún hay mucho por hacer.

200 millones de niños sufren malnutricion alrededor del mundo. Se concentran en África subsahariana y en algunos países de Asia. Afortunadamente se ha reducido en más de la mitad el número de niños que mueren antes de cumplir cinco años desde 1990. Pero siguen siendo los más vulnerables y los primeros que sufren los desastres. En España no se llega a esos extremos pero sí existe una pobreza relativa: uno de cada tres niños vive por debajo del umbral de la pobreza.

La llegada de la caravana centroamericana a Tijuana ha elevado la tensión en esa ciudad fronteriza con Estados Unidos. Una parte de la población se ha manifestado en contra y han tenido que reforzar la seguridad en torno al albergue donde se alojan los inmigrantes hondureños que siguen llegando a la frontera de México con EE.UU.

No hay forma de evitar la violencia en Honduras. Las calles de las principales ciudades como Tegucigalpa y San Pedro Sula, desde donde partió la ‘caravana de migrantes’, están atrapadas por el crimen y el conflicto entre bandas. La violencia se mete tambien en los hogares, donde las agresiones físicas y sexuales a mujeres y niños son frecuentes. La Agencia de Refugiados de la ONU estimó a finales de 2017 que había 174.000 personas desplazadas internamente en 20 de las principales ciudades de Honduras.

La corrupción, el temor a la discriminación y el poco acceso a los servicios de salud dejan a las víctimas sin protección ni opciones de futuro, salvo abandonar el hogar y emprender la marcha al norte. Un buen ejemplo de ello es el municipio de Nueva Capital, cercano a Tegucigalpa.  Sus cinco vecindarios están controlados por las bandas criminales y sus habitantes viven en una profunda pobreza, sin servicios públicos básicos como agua, saneamiento ni electricidad.

"La gente aquí está profundamente afectada por la violencia, especialmente las mujeres. La mayoría de mis pacientes son mujeres jóvenes de entre 15 y 35 años”, explica Ámbar Assaf, psicóloga de MSF. “Sufren violencia física, psicológica y sexual. Esta última, extremadamente común. Además, muchas mujeres sufren depresión dado que, como mecanismos de defensa, han normalizado esta violencia”.

En la Ciudad de México, mucho menos afectada por el crimen violento que asola a otras partes del país, MSF está aplicando un nuevo enfoque. "Los migrantes sufren aquí situaciones similares a las que se padecen en conflictos como el de Siria y Yemen", explica Diego Falcón, psicólogo de MSF.

Los migrantes deben hacer frente a secuestros, extorsiones o a reclutamiento forzoso por parte de las bandas criminales que operan en México.  “Antes durante el viaje podían atacarte y violarte. Ahora, no solo te golpean o te violan sino que te obligan a ver cómo se lo hacen a otras personas”, señala Manzano. Él y su equipo ofrecen apoyo psicosocial a los migrantes de en el Centro de Atención Integral que MSF puso en marcha en 2017 en Ciudad de México.

En la frontera con México, un primer grupo de la caravana de migrantes centroamericanos ya ha llegado a Tijuana. Son decenas de personas que se han adelantado en autobuses para pedir asilo y que se identifican como LGTB, es decir, lesbianas, gais, bisexuales o transexuales. El resto, unas 5.000 personas, avanzan hacia Estados Unidos. 

La llegada de la caravana todavía se hará esperar. Hay pequeños grupos más adelantados, pero el más numeroso sigue a más de dos kilómetros de la ciudad fronteriza. Lo componen unas 4.000 personas, cerca de la mitad son niños, que van camino de Guadalajara.

Y mientras, la capital mexicana, se prepara de nuevo para recibir, este martes o miércoles, a a la segunda caravana de unas 2.000 personas. Hay además una tercera y una cuarta, sobre todo de salvadoreños, que continúa avanzando por el sur y el oriente del país.

Se han intensificado los bombardeos en Yemen, una guerra que continúa a pesar de las reiteradas peticiones de alto el fuego de Naciones Unidas. Los combates se recrudecen en el puerto por donde entra el 80% de la comida a un país en hambruna. Han muerto casi 150 personas en 24 horas: más de cien eran rebeldes hutíes. Al menos siete eran civiles.

Todas las potencias están de acuerdo en que hace falta detener la guerra", ha dicho hoy Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas. Pero Riad no cede, ni siquiera a las recientes presiones de Estados Unidos. Las conversaciones de paz, previstas inicialmente para este mes, ya se han aplazado hasta finales de diciembre.