(Entrevista de Manuel Sollo). La aguda mirada que desentraña lo absurdo y extraño de la realidad convencional sostiene una de las características esenciales de la dilatada obra de Juan José Millás. La proyecta sobre sus publicaciones de ficción, pero también en sus artículos periodísticos. Ahora coloca esa singular lupa sobre su mundo cotidiano en "La vida a ratos" (Alfaguara). Un bloqueo narrativo animó al autor a iniciar un dietario que se prolongó durante casi cuatro años, hasta que terminó su anterior novela, "Que nadie duerma", de 2018. Lo que iba a ser un diario de la vejez torna en un relato de lo que le ocurre y, a la vez, de lo que se le ocurre, en un trenzado semanal de imaginación y verdad. Se suceden los escenarios: la casa, los paseos por el parque, el taller de literatura creativa, Madrid, y los personajes: la esposa, los hijos, los amigos, las psicoanalistas, gente anónima y circunstancial. De unos y otros obtiene Millás argumentos y tramas para reflexionar sobre miedos, depresiones, literatura y, sobre todo, la frecuente extrañeza ante un mundo cambiante y trastornado que, incomprensible, perturba, desazona y se escapa. Un escaparate en el que los aspirantes a escritores se resisten a escribir y los viejos periodistas han dejado de leer periódicos. Sobre todo ello reflexiona en este diálogo.
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