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Pasaban unos minutos de la una y media de la tarde cuando saltaban todas las alarmas en Balmoral. Con un escueto comunicado, la Casa Real anunciaba que la salud de Isabel II había empeorado.
La familia real comenzó a llegar rápidamente al castillo. El todavía príncipe Carlos lo hizo acompañado de su mujer, Camila. Además, llegaron los otros hijos de la reina y su nieto, el príncipe Guillermo.

En el Parlamento también recibieron las preocupantes noticias, posiblemente en un papel que les pasaron a los diputados. El speaker interrumpió la sesión para informar.

La gente empezó a concentrarse en Londres, a la espera de novedades. Seis horas después del primer aviso, la casa real confirmó la muerte de Isabel II. La BBC interrumpió la programación y el presentador, de riguroso luto, da la noticia. Los que esperaban noticias en la calle se enteraron cuando los funcionarios del palacio de Buckinham colgaron el comunicado en la verja de la entrada.

Foto: CARLOS JASSO / AFP

Julio Crespo-MacLennan, exdirector del Instituto Cervantes de Londres, historiador y profesor de la IE Universidad, coincidió con la reina Isabel II en varias ocasiones y la describe como una persona afable, que conectaba muy bien con las personas: "Jamás cometió un solo error en los 70 años que sirvió a su país", expresa. Crespo-MacLennan asegura que una de sus mayores virtudes fue evolucionar con el tiempo: "Ella supo interpretar muy bien todos los tiempos que le tocó vivir y respetar la tradición monárquica y la magia de la corona". El exdirector del Instituto Cervantes de Londres la califica como una"figura legendaria", que tuvo un impacto notable en la cultura y que supo sobrevivir a la caída de un imperio.