Nueve días después de la muerte del opositor Alexéi Navalni, las autoridades han entregado el cuerpo a su madre. No se sabe si permitirán que la familia pueda enterrarlo donde y como desee. Les habían amenazado con sepultarlo en el territorio de la cárcel, si no aceptaban un funeral secreto. El Kremlin parece temer que el último adiós al disidente se convierta en protesta masiva contra Putin. Hasta ir a misa este domingo se vigilaba como acto sospechoso de apoyo a Navalni. Los rusos siguen sin tener dónde llorar su muerte.
En una reunión virtual presidida desde Kiev por Meloni y con la presencia de Zelenski, el G7 se ha comprometido a seguir ayudando a Ucrania en su defensa y a aprobar nuevas sanciones a Rusia. Antes de la sesión, la Unión Europea ha mostrado su apoyo financiero, militar y económico "el tiempo que sea necesario". "Ucrania debe tener los medios para defenderse hoy y también mañana", ha dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, porque "es crucial para su seguridad y la seguridad de Europa en su conjunto". Meloni ha dicho que "confundir paz con rendición es un enfoque hipócrita que nunca compartiremos". Los líderes europeos han participado en un acto de homenaje en el primer lugar atacado por los rusos hace dos años, el aeropuerto militar de Hostomel, cerca de Kiev. En el centro de Kiev todos han rendido homenaje a los soldados ucranianos caídos durante la guerra.
Ha tenido que esperar más de una semana pero por fin la madre de Alexéi Navalni tiene el cuerpo de su hijo. La portavoz del líder opositor lo ha confirmado y pide a las autoridades rusas que no interfieran en su funeral. La madre quiere que sus seguidores pueden despedirse de él pero había denunciado presiones de policías y jueces instructores para hacerle un funeral secreto.
Dos años de guerra. Dos años de combates interminables. De ciudades y pueblos destruidos que han cambiado de manos varias veces. De Rusia a Ucrania. De Ucrania a Rusia. Desde la calle de la muerte de Bucha a la recién conquistada Avdivka o a la arrasada Mariupol. Dos años que han hecho que los fantasmas de la guerra y el rearme vuelvan a sumarse al viejo continente en el enfrentamiento más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, ya por encima del conflicto de los Balcanes. Dos años que han separado a miles de familias cuyos miembros viven con la incertidumbre de si volverán a ver con vida a sus seres queridos.
Mirósia busca a Perisc, su gata, bajo la cama, mientras su hermano Maxim juega. Luego dibuja a su madre, Alia, que les cuida, mientras Pablo, su padre, lucha contra los rusos en el frente de Zaporiya. Antes vivían en Kramatorsk, pero tras la invasión, tuvieron que marcharse al oeste de Ucrania.
Después de dos años de guerra, Ucrania necesita preparar y enviar constantemente soldados al frente a luchar contra la invasión rusa, y que los más experimentados, como Pablo, pasen cada vez más tiempo en primera línea. Lejos de su mujer, Alia, y de sus dos hijos. Después Pablo regresa al frente. Sus compañeros hacen té mientras él se encarga de los explosivos de los drones con los que destruyen blindados y trincheras rusas. Ello supone jugarse la vida casi a diario, cerca de primera línea. Los francotiradores rusos, la artillería u otros drones son sus mayores enemigos. Esta guerra ha impuesto una nueva forma de matar, la de los drones que pilota Pablo y que llevan la destrucción al otro lado de las líneas rusas. Si es que antes la muerte no les sorprende a ellos.
Las sanciones occidentales no acaban de hacer mella en la economía rusa; se mantiene a flote a pesar de la guerra con Ucrania dos años después de su inicio. Rusia avanza en el frente pero muy lentamente, tras meses de estancamiento. A un mes de las presidenciales, Putin llega reforzado a este aniversario, tras acabar con toda oposición. Aunque aún hay quienes se atreven a desafiar al régimen.
El 40% de la población en Ucrania necesita ayuda humanitaria. Los ucranianos entran en el tercer año de guerra con Rusia con la mirada puesta en la ayuda y el apoyo internacional.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha enviado un mensaje de ánimo a la población: "Hace dos años nos enfrentamos aquí a los soldados enemigos con fuego y dos años después nos reunimos con nuestros amigos y nuestros socios". Lo ha dicho en el aeropuerto militar de Hostomel, en Kiev, escenario de los primeros días de la invasión rusa, donde ha honrado la memoria de los soldados caídos durante estos dos años. Allí los representantes de la Unión Europea han reforzado su apoyo al país. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha elogiado a los ucranianos y ha garantizado el apoyo financiero, militar y económico de la Unión Europea "el tiempo que sea necesario".
El 24 de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunciaba su "operación militar especial". Así empezó la invasión rusa a Ucrania que hoy cumple dos años. Según la ONU, llegaron a salir más de seis millones de personas. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, decidió quedarse y recibió el apoyo unánime de Occidente. Este segundo aniversario es muy diferente al primero: Rusia avanza en el frente y Ucrania necesita armas.
Ucrania encara su tercer año de guerra con Rusia en una posición muy delicada. La igualdad en los combates en el terreno ha sido la tónica de los últimos meses, pero eso parece haber cambiado en las últimas semanas. La escasez de municiones en las filas ucranianas es crítica y ya les ha obligado a retirar sus tropas de la disputada ciudad de Avdivka. Mientras las ayudas de Estados Unidos siguen bloqueadas por el Congreso, Rusia aprovecha su ventaja en la guerra de desgaste e incrementa su esfuerzo militar. Al problema de la munición en las filas ucranianas se suma el de la movilización de soldados. A diferencia del inicio de la guerra, encontrar voluntarios ya no es tarea fácil. Analizamos estas cuestiones con Guillermo Pulido, politólogo y analista de la revista Ejércitos, y Óscar Vara, doctor en Fundamentos del Análisis Económico y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), experto en geopolítica.