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Alerta máxima en Tel Aviv. Las sirenas han vuelto a sonar esta mañana poco antes de que una lluvia de proyectiles atravesase sus cielos. El sistema de defensa israelí, interceptaba buena parte de los cohetes y misiles lanzados desde Líbano por Hizbulá. Los ataques arrancaron de madrugada. Entre los objetivos, tres bases militares en Tel Aviv y Haifa, al norte de Israel.

Horas antes, era el Ejército israelí el que volvía a bombardear los suburbios del sur de Beirut. El bombardeo cerca del hospital Hariri deja más de una docena de muertos y cerca de 60 heridos, según el Ministerio de Salud libanés. Son 300 los intereses de Hizbulá atacados en las últimas 24 horas.

Bajo otro hospital de Beirut el Ejército de Israel dice haber hallado un búnker donde Hizbulá almacenaba millones en oro y en efectivo. En su punto de mira, la red que financia a la milicia pro iraní.

El último intercambio de ataques ha provocado la suspensión de los vuelos para los próximos día de Air France y Emirates entre otras compañías.

Quien sí ha aterrizado en suelo israelí es el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. Es su undécima visita a la región para tratar de impulsar un plan de paz. La primera, tras el asesinato del líder de Hamás, Yahya Sinwar

FOTO: REUTERS/Violeta Santos Moura

El popular mercado de Nabatieh era el centro comercial de la región, al que acudían cada lunes miles de visitantes de todo Líbano, pero los bombardeos israelíes han arrasado la zona. Decenas de tiendas, restaurantes, viviendas han sido destruidas.

Nabatieh es la quinta ciudad de Líbano, a unos 13 km de la frontera con Israel. Vivían unas 100.000 personas, pero ahora quedan unas decenas. Mohammed es uno de los pocos jóvenes que no ha huido. Hoy pasea entre las ruinas de un café en el que se reunía con sus amigos. La entrevista se interrumpe por una fuerte explosión. Nos dicen que es el sonido de un cohete que Hizbulá habría lanzado hacia Israel y nos piden que salgamos de la zona porque las fuerzas israelíes responderán. Dicho y hecho. Minutos después, otra explosión nos sorprende saliendo ya de la ciudad.

Y vemos cómo un misil, a unos 50 metros, ha destruido parte de la carretera de entrada. Ha habido un muerto.

Es el día a día de algunas localidades del sur de Líbano, donde Israel dice estar atacando a Hizbulá, pero donde sigue, también, causando daño a los civiles.

FOTO: Stringer/dpa

Caen las bombas al sur de Beirut, en plena noche. Alguna muy próxima al aeropuerto. El propósito de Israel, dañar la estructura financiera que respalda a Hizbulá. Una decena de sucursales han sido destruidas. En Beirut y en el valle del Beeka, en el este del país, feudo de la milicia respaldada por Irán.

Israel informaba previamente de sus intenciones a la población para que evacuase la zona. El objetivo último, según el ministro de Defensa, "desmantelar a la milicia chii libanesa". "Limpiar completamente la zona, para permitir que los israelíes de las comunidades del norte regresen a sus casas", ha dicho Gallant.

La intensificación de los ataques en el último mes han causado ya más de 1.800 muertes en Líbano. Washington ha enviado a un mediador a Beirut para negociar un alto el fuego entre Israel y Hizbulá. Entre las condiciones exigidas por Tel Aviv, según publica el portal estadounidense Axios, que sus tropas participen activamente para evitar un futuro rearme de Hizbulá.

En las calles de las principales ciudades de Israel, las protestas no cesan. Miles de personas exigieron anoche a Netanyahu un acuerdo que devuelva a los rehenes. Creen que tras la muerte de Sinwar es tiempo de dar paso a la política y las negociaciones.

En Gaza, 50 camiones con ayuda procedente de Jordania han cruzado el paso de Erez. Una gota en un océano. La crisis humanitaria se agudiza en el enclave palestino, donde buena parte de la población está en riesgo de hambruna.

FOTO: EFE/EPA/WAEL HAMZEH

Un equipo de RTVE ha estado en uno de los hospitales de la zona más castigada por los bombardeos en Beirut, Líbano. El director de este hospital, Eli Hachem, muestra los daños de un ataque reciente. Un bombardeo a pocos metros provocó el derrumbamiento de techos y les obligó a evacuar el centro. Acababa de llegar una orden del ejército israelí: iban a atacar la zona y tenían 20 minutos para sacar a todos los pacientes

"Fue muy duro", recuerda, "porque había, por ejemplo, bebés prematuros que pesaban 150 gramos, y conectados a incubadoras, y también había decenas de trabajadores y otros pacientes", asegura.

El hospital llegó a cerrar, pero ahora funciona parcialmente, aunque aún hay plantas cerradas y habitaciones que no se pueden usar. Los daños son evidentes.

En el hospital apenas queda un puñado de pacientes, en cuidados intensivos. Pero la mayor parte del personal médico continúa trabajando. Dicen que no quieren irse porque la comunidad les necesita. Ya son 13 los hospitales del país que están prácticamente fuera de servicio.

Casi una quinta parte de la población libanesa ha tenido que dejar su casa y la ayuda de emergencia llega con cuentagotas. Los ataques israelíes han agudizado la crisis en el Líbano. Según cifras de la ONU, dos millones de personas necesitan a día de hoy ayuda alimentaria. El carismático dueño del restaurante Carneo, el chef Mario Madawar, cocina ahora para los desplazados. El propio Madawar recorre en furgoneta los refugios y reparte él mismo la comida.

Foto: Un improvisado campamento para desplazados en el paseo marítimo de Beirut (AFP)

Israel mantiene la intensidad de sus ataques sobre el Líbano, causando en el último año más de 2.300 muertos y de 11 mil heridos. Muchos de ellos sufren además graves quemaduras. En todo el país, solo hay un hospital especializado en tratarlas, el de Quetahui en Beirut, que está cada vez más desbordado. Los trabajadores cuentan que muchos pacientes vienen carbonizados, con quemaduras de cuarto grado que pueden conducir a la muerte.

Israel sigue bombardeando el Líbano con ataques aéreos en el sur y, de nuevo, en la capital. El de hoy ha sido el primer bombardeo sobre Beirut desde la semana pasada, y contradice al primer ministro interino del Líbano, quien aseguraba que Estados Unidos había convencido a Israel para que no bombardeara la capital. El resto de ataques se han concentrado en la ciudad de Nabatiyeh, donde Israel ha golpeado varios edificios, entre ellos el ayuntamiento, que celebraba en ese momento una reunión para abordar la situación de emergencia.

Como respuesta ante los repetidos ataques contra la población, el Gobierno libanés ha denunciado a Israel ante el Consejo de seguridad de la ONU, y exige a la organización que detenga la agresión israelí, que ya ha causado, en algo menos de cuatro semanas, más de 1.500 muertos. 

Por su parte, el Tribunal Supremo israelí ha pedido a Benjamín Netanyahu que informe antes del 11 de noviembre sobre si el bloqueo impuesto en la Franja impide a heridos y enfermos que salgan a recibir tratamiento. En la misma línea, Estados Unidos envió una carta al Gobierno israelí en la que le daba un mes para que permita la entrada de ayuda humanitaria en Gaza si quiere seguir recibiendo apoyo armamentístico.