Este viernes se inaugura la 73 edición de la Feria del libro de Madrid. La infanta Elena será la encargada de dar el pistoletazo de salida a un evento cultural que reúne más de 300 casetas y 500 expositores. El lema de este año es "Deletrear el mundo" (30/05/14).
Este jueves arranca la 73ª edición de la Feria del Libro de Madrid, una cita que pretende poner en valor la lectura y la apreciación de los libros con el lema “Deletrear el mundo” y que ofrece una quincena cargada de casetas, firmas y visitantes en el madrileño parque del Retiro. Una apuesta por destacar el peso de Madrid como capital cultural y una invitación a la lectura.
Entre los actos que se celebrarán esta edición se encuentra un homenaje al creador de Mafalda y reciente Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, Joaquín Salador Lavado 'Quino' y una lectura de Cien años de soledad, obra cumbre del desaparecido Gabriel García Márquez.
“Es uno de los acontecimientos culturales de primera magnitud, un espacio y un tiempo en el que es protagonista el placer de la lectura, un placer que nunca se sacia y que siempre aspira a una experiencia mejor que la anterior, en la certeza de que el mejor libro es siempre el que nos queda por leer”, ha explicado el delegado de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Corral durante el acto de presentación de esta edición en el Centro Cultural Conde Duque.
Hoy nos fijamos en la obra de una escritora de literatura infantil y juvenil que gusta a padres y niños: Ana Alonso. Echad un vistazo a lo que escribe y a las sagas que ya ha escrito, no os decepcionará... ni a los vuestros tampoco.
Juan Bello Sánchez recibe el VI Premio de Poesía Joven RNE en La Casa Encendida de Madrid
En San Millán de la Cogolla acaba de comenzar la novena edición del seminario Lengua y Periodismo. Se discute hacia dónde llevan las redes sociales al español del futuro y cómo afectará a la forma de comunicar de los periodistas.
Comentamos una de las obras menos conocidas de Robert L. Stevenson. De praderas y bosques narra su viaje en tren desde Nueva York a San Francisco y recoge sus reflexiones sobre un país, EE. UU., que no deja de sorprenderle.
Lo primero que me impresionó, al acercarme de forma casi casual al personaje de Joaquín Costa, fue descubrir lo poco que yo sabía sobre uno de los más importantes pensadores españoles del XIX. Un hombre, además, ejemplar en sus esfuerzos denodados por cambiar la realidad de una España anquilosada en un sistema que él definió acertadamente como “oligarquía y caciquismo”, en la obra del mismo título, que supone la fundación de la sociología en España.
Costa fue un jurista importantísimo, historiador, sociólogo, antropólogo, pensador y político. Su amor por la verdad, su honestidad a toda prueba y sus ideas liberales en plena Restauración lo condenaron a una existencia casi ascética, pero también lo llevaron a ser la conciencia moral de un país al borde del colapso.
Para mí se convirtió casi en una obligación moral hacer algo por ayudar a que se conozca la obra y la trayectoria personal de Joaquín Costa. Su descripción de la España de finales del XIX resulta atrozmente actual, aunque las tintas no estén ya tan cargadas. Su ejemplo vital será vigente siempre, y es una inspiración para quienes luchan por un mundo mejor intelectual y socialmente.
Durante el rodaje fue emocionante ver cómo en el campo de Aragón y Lleida todo el mundo sabe perfectamente quién es Joaquín Costa. A él le deben una vida próspera y sin demasiados sobresaltos. Son los descendientes de sus antiguos vecinos. Él vio en los canales de riego un camino para sacar de la miseria a los campesinos, primer paso imprescindible para la democracia.
Un año antes de morir se inauguró el canal de Aragón y Cataluña, construido por el Estado gracias en gran parte a los incansables esfuerzos de Costa y que cambió, hasta hoy, la vida de cientos de miles de personas.
El documental está articulado con esta conquista social como eje. Yo creo que el legado fundamental de Costa es que con conocimiento, honestidad y tenacidad se pueden cambiar cosas que parecían inamovibles. Un mensaje de esperanza imprescindible.
Imágenes de la segunda época de la revista 'Ajoblanco' (1987-1999)
