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Marruecos está molesto porque España ha acogido en un hospital al líder del Frente Polisario y porque Alemania ha insistido en que la solución para el Sáhara Occidental debe ser negociada y avalada por Naciones Unidas. Un varapalo para Marruecos, que había sacado pecho después de que Trump reconociera su soberanía sobre la antigua colonia española. Relajar la vigilancia en el paso fronterizo de Ceuta es una prueba de su malestar.