Las partituras se conservan en la Biblioteca Nacional desde el origen de la institución. Desde los pasadizos de El Alcazar pasaron a la Biblioteca Pública creada por Felipe V. El Códice Azagra, el Códice Madrid, las Cantigas de Santa María, los grandes cantorales, hasta las partituras de la zarzuela. Son unos trescientos mil ejemplares conservados en el servicio de partituras, dentro del departamento de Música y Audiovisuales de la Biblioteca
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En el departamento de restauración de la Biblioteca Nacional no solo se recupera lo dañado sino que se conservan los documentos en el sentido más amplio para que puedan continuar siendo fuente de información patrimonial. Eso implica controlar el ambiente, cuidar su colocación en las estanterías o, por ejemplo, identificar los fondos ácidos que suponen el deterioro del papel de los libros. Se trabaja con lo urgente, pero también con proyectos a medio y largo plazo que a veces ofrecen resultados sorprendentes.
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En su servicio de registros sonoros, la Biblioteca Nacional conserva un fondo de sonidos que abarca desde el siglo XIX, cuando comienzan las primeras grabaciones, hasta el día de hoy. Entre esos audios, no sólo hay música. Están las voces de cada época. Documentos fundamentales de la historia. Desde los feriantes y los ventrílocuos de finales del XIX inmortalizados en los cilindros de cera, o las voces de intelectuales fundamentales del siglo XX, discursos, lecturas en hilos de cobre, discos de pizarra o cintas magnéticas. Ahí estan Unamuno, Valle Inclán, La Pasionaria en el Archivo de la Palabra. Hoy la Biblioteca continúa grabando todas las actividades culturales que se realizan en su salón de actos y que permitirán conservar las voces de hoy para los investigadores del futuro.
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La Biblioteca Nacional es una biblioteca de conservación, no solo de consulta. Los usuarios no tienen acceso a los ejemplares directamente en las estanterías sino que deben solicitarlos consultando el catálogo. Estas y otras características hacen que el acceso esté restringido a los mayores de edad. Recordamos los requisitos para obtener el carnet de usuario, muy sencillas, y los retos que se plantean los responsables de las salas de la institución
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También hay partituras en la Biblioteca Nacional. Se conservan unos trescientos mil ejemplares, la mayoría en el servicio de partituras, integrado en el Departamento de Música y Audiovisuales de la Biblioteca, aunque también podemos encontrar un importante fondo entre los manuscritos e incunables. La música escrita forma parte del origen mismo de la biblioteca, ya reunida en los pasadizos del Alcazar por Felipe IV y los fondos se han ido enriqueciendo a lo largo de la historia con la desamortización, con las colecciones nobiliarias o con las donaciones de archivos personales. Buena parte de las partituras pueden consultarse a través de la Biblioteca Digital Hispánica.
Uno de las formas en las que la Biblioteca Nacional incrementa sus fondos son las donaciones que particulares o instituciones realizan a la institución. Al frente del servicio de canje y donaciones de la Biblioteca está Lourdes San Juan, que nos recibe en la pequeña habitación a donde llegan todos los documentos donados: libros por supuesto pero también colecciones de marcapáginas, dibujos, etc. Desde el departamento también se realizan búsquedas de ejemplares que pueden faltar en las colecciones de la biblioteca. No siempre el valor material de lo donado coincide con su valor sentimental o emocional, o con la alegría que produce recibirlo. Nos cuenta, por ejemplo, la ilusión que le hizo recibir uno de los dibujos que Antonio Buero Vallejo realizó en la cárcel, del mismo trazo y papel del que realizó al poeta Miguel Hernández. Todas las donaciones realizadas a la Biblioteca Nacional se tasan por su valor económico ya que todas pueden desgravarse ante Hacienda.
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El Ministerio de Cultura ha abierto un procedimiento informativo para esclarecer las circunstancias del robo y posterior denuncia del Tratado Sidereus Nuncius de Galileo Galilei. El original fue sustraido de la Biblioteca Nacional probablemente en 2004 y detectado posteriormente por técnicos de la institución, aunque la denuncia del caso no se produjo hasta 2018. Se trata de un ejemplar impreso en Venecia en 1610, de poco más de sesenta páginas, en el que Galileo describía lo que había podido observar a través de su recién creado telescopio: las irregularidades de la superficie de la luna, estrellas desconocidas hasta el momento en la Vía Láctea o los cuerpos que giraban alrededor de Júpiter. Hablamos con José Manuel Sánchez Ron, comisario de la exposición Cosmos, celebrada en 2018 en la Biblioteca Nacional, en la que se exhibió la falsificación del ejemplar robado y con el librero anticuario Javier Madariaga, de la Librería Astarloa de Bilbao sobre cómo pudo realizarse esa falsificación y sobre las posibilidades de que el original salga al mercado.
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En Mérida, la ministra de Turismo llama a las ciudades Patrimonio de la Humanidad a aprovechar los fondos del plan de modernización del sector. Y añade: Extremadura es candidata privilegiada para la fábrica de baterías al tener el litio.
El ministerio de Cultura ha abierto una investigación para esclarecer el robo de un tratado astronómico de Galileo en la Biblioteca Nacional. Los investigadores sospechan que fue un robo muy planeado porque hubo que falsificar el libro y sortear toda la seguridad de la Biblioteca para dar el cambiazo sustituyendo el original por el falso manteniendo su encuadernación, detalle que provocó que las restauradoras de la institución no se dieran cuenta del robo hasta 2014, diez años después de que se produjera. Hay sospechas de que el autor del robo pudo ser César Ovino Gómez Rivero, ciudadano de origen uruguayo que consultó la obra y al que se le relaciona también con la sustracción de dos mapamundis de Tolomeo cortados a golpe de cúter.
Javier Madariaga, librero anticuario, ha explicado en '14 horas' que las falsificaciones de libros son menos frecuentes que las de pintura porque son más complejas técnicamente. "Me llama la atención todo este montaje para robar una pieza que no es única. Es un libro impreso del que habrá 40 ó 50 ejemplares", ha asegurado. Madariaga calcula que la obra puede tener un valor de entre 500.000 y 800.000 euros.
Una de las vías que tiene la Biblioteca Nacional para incrementar sus fondos es a través de las donaciones de documentos de interés que realizan particulares e instituciones. Durante el 2020, la Biblioteca ha recibido desde manuscritos de Luis Cernuda o Miguel Delibes, hasta rollos de pianola, dibujos de figurines de teatro o una amplia colección de felicitaciones navideñas.
La Biblioteca Nacional se plantea como objetivo prioritario para los próximos cinco años "devolver a la sociedad el valor de sus colecciones". Ese es el lema de su nuevo Plan Estratégico con el que se pretende abrir la institución a nuevos usuarios, buscar alianzas con otros organismos y, sobre todo, mejorar sus servicios digitales para hacerse accesibe a todos y desde cualquier lugar. Entre los proyectos más concretos: cambiar su museo o, incluso, actuar sobre la verja y el jardín que rodea la fachada de su sede en Madrid.