El papa Francisco ha presidido este Viernes Santo un Vía Crucis histórico, que se ha celebrado en la Plaza de San Pedro del Vaticano y no en el Coliseo, como es habitual, y al que no acudieron fieles por la emergencia del coronavirus.
A pesar de que este año no se celebra con procesiones en las calles, la Semana Santa sigue vivia y suena desde los balcones de las casas y las calles vacías. Un reportaje de Carlos Toral.
El papa Francisco preside un insólito Vía Crucis de Viernes Santo marcado por la pandemia del coronavirus
- Lo ha hecho en la Plaza de San Pedro del Vaticano y no en el Coliseo, como es habitual, y no han acudido fieles
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Seis cofradías deberían haber procesionado esta madrugada, pero la pandemia de coronavirus lo ha impedido. Aún así, los sevillanos no han renunciado a vivir una noche especial.
En Calanda, Teruel, las calles están vacías pero el coronavirus no ha podido llevarse por delante la tradición del Viernes Santo. A medio día se ha roto el silencio y el estruendo de los tambores ha sonado desde los balcones, conmemorando el fallecimiento de Jesucristo.
Una imagen surrealista, asegura el alcalde, que recuerda cómo Buñuel rompía la hora en este día a las 12 de la mañana con un tambor allá donde estuviera. Muchas personas han seguido su ejemplo cumpliendo con la tradición, ahora a través de las redes sociales.
El presidente de las Hermandades y Cofradías de Sevilla, Francisco Vélez, ha analizado para el Telediario la suspensión de la Semana Santa por culpa del Covid-19 y ha resaltado que este año, a pesar de no haber gente en las calles, será "una Semana Santa más íntima y de devoción".
En Híjar, la medianoche del jueves santo, su plaza estará desierta pero no muda…Romperán el silencio, no el confinamiento. Se asomarán a los balcones los tambores unidos por el sentimiento.
En Sevilla este Jueves Santo deberían haber salido siete cofradías a las calles a procesionar pero el estado de alarma mantiene las iglesias cerradas y a los cofrades en sus casas por las medidas de confinamiento para evitar el contagio del coronavirus. Los cofrades han buscado otras formas de celebrar esta Semana Santa, con ramos de flores y música.
En Jerusalén no hay peregrinos y las iglesias no permiten la entrada de fieles. Esta pandemia deja una imagen histórica: las puertas cerradas de la iglesia del Santo Sepulcro, el corazón de Semana Santa en la ciudad vieja de Jerusalén, lugar donde la tradición cristiana sitúa la crucifixión y tumba de Jesús. El 25 de marzo la familia palestina encargada de la llave echó el cierre.
El gobierno israelí no permite la entrada de extranjeros en el país, los fieles locales están confinados y las calles están desiertas.
Estas fechas coinciden con la Pascua judía. Hasta mañana están prohibidos los traslados entre ciudades y el gobierno pide a cristianos y judíos que celebren estos días con los miembros de la familia que viven en cada casa para evitar la propagación de la pandemia.
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El alcalde de Peñíscola, Andrés Martínez, ha explicado por qué han decidido colocar bloques de hormigón de una tonelada en las carreteras secundarias de acceso a la localidad. "En estas fecha la gente aprovecha para salir a su segunda residencia y no nos fiamos. No queremos que la gente llene los supermercados y las farmacias y se produzcan contagios". Todos los vehículos que entren en el municipio tendrán que hacerlo por la nacional 340, donde hay controles cada 24 horas. "No es momento de tener vacaciones. Ya vendrán tiempos mejores en los que la gente podrá disfrutar en la playa", ha insistido el alcalde.
La COVID-19 ha vaciado las calles españolas de nazarenos y visitantes esta Semana Santa. Sin embargo, el ingenio intensificado por las largas horas de confinamiento que pasamos en casa ha encontrado otras formas de sacar los pasos a la calle o llevarlos a cada salón. A vestuarios de mantilla y mascarillas hechas con telas de trajes de nazarenos se suman las procesiones. El domingo San Pancracio volaba subido a un burro de juguete y pasaba de un vecino a otro en el barrio de Dos Hermanas, en Sevilla. Hace apenas unas horas, también sacaban la Oración del Huerto de balcón a balcón y los vecinos de Ondara, en Alicante, se asomaban para ver su paso colgado de una cuerda.
La suspensión de las procesiones ha llevado a muchas empresas vinculadas a la Semana Santa casi a la quiebra. Muchas de ellas se han visto obligadas a hacer un ERTE e incluso en algunas ocasiones no han podido llegar a cobrar los pedidos que ya habían confeccionado. Aseguran que lo más importante es la salud, pero que si no reciben ayudas tendrán que cerrar sus empresas por a falta de liquidez.
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