A los Windsor les debe gustar mucho la mermelada. Tanto como para guardarse un sándwich en el bolso. A Isabel II se la hacían con naranjas amargas del Real Álcazar. Su sucesor, Carlos no será menos, por eso el embajador ya tiene en sus manos la materia prima.
Esta tradición comenzó hace más de un siglo. La boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia, estrechó los lazos entre Londres y Sevilla.
Lo que quizá no sepan en Buckingham es que parte importante del excedente de naranjas de la cuidad se reaprovecha para generar electricidad, biogás y compostaje, proyectos medioambientales muy en la sintonía del nuevo monarca británico.
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