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El párroco Héctor Luna se arrepiente de una decisión que ha provocado que unos frescos de cientos de años estén seriamente dañados: quiso arreglar lo que para él eran humedades en una pared donde los históricos murales estaban tapados con un revocado para evitar su deterioro. El párroco fue advertido desde el Ayuntamiento de que cualquier actuación en este bien de interés cultural necesitaba de permisos desde Patrimonio, pero desoyó las advertencias. Los vecinos ya han presentado una denuncia y el SEPRONA ha acudido al municipio.