Pagar por vivir una experiencia límite. Una tendencia entre los ultrarricos no exenta de riesgos. Pero, ¿por qué lo hacen?
Las expediciones a los confines del planeta han empujado a la ciencia y al conocimiento humano durante siglos. Pero ahora ir al espacio, sumirse en el océano o subir al Everest son actividades que llenan egos y que buscan distinción.
José Mariano está testando un sistema para llevar a personas al límite de la atmósfera con el espacio, a casi 40 kilómetros de altura. Adrenalina y riesgo suelen ir unidos y en estos casos con una gran cuenta corriente, que no siempre garantiza un final feliz.