Cuando yo era pequeño iba a casa de José Patón a ver Bonanza. Su padre ponía la tele en la puerta y todos los vecinos de la calle nos apretujábamos para disfrutar con las aventuras de la familia Cartwright. Si se cortaba la emisión y aparecían las interminables y temibles "barras", el señor Patón sacaba un “ tocata ” y nos ponía discos de Gila.
La tele fue muy al principio un espectáculo colectivo. Al españolito medio el sueldo no le alcanzaba ni para una a plazos. Los bares se llenaban de aficionados cuando retransmitían un partido y las casas donde había tele , como la de mi amigo José, se convertían en improvisados salones de TV. En pueblos y aldeas de la España profunda, donde nadie se podía permitir comprar una tele, la gente iba al teleclub.
Es
lo que pasaba en Santigoso de A Mezquita, en Ourense. La primera tele que llegó al pueblo la pusieron en un corral. No se puede decir que fuera un teleclub, pero casi.
Después, como había pulgas y los animales no dejaban mucho sitio, los propios vecinos construyeron un edificio en condiciones para disfrutar del UN, DOS, TRES…
La filosofía del teleclub se puede resumir en algo así como entretenimiento a cambio de propaganda. El Ministerio de Información ponía la tele , la gente veía sus programas favoritos y de paso se tragaba una buena dosis de doctrina franquista.
Como en las zonas rurales faltaba de todo, el teleclub servía para casi cualquier cosa: era biblioteca, aula, salón de actos, centro de reuniones y local para fiestas a un tiempo. Indagando sobre los teleclubs dimos con una película de NODO dirigida por Alfonso Ungría en 1968 cuando era un joven realizador recién salido de la escuela de cine.
- Yo hice un acercamiento realista, lo que me iba encontrando lo iba sacando, claro sin censurarme nada- me dice Ungría mientras vemos la cinta en su casa de Madrid.
"Vida en los teleclubs " es un documental sorprendente. Retrata una España que nadie se atrevía a mostrar en esos años. Está realizado en un estilo directo en el que es fácil ver la influencia de la nouvelle vogue francesa e incluso de Buñuel y Eisenstein. Y nos muestra un periodo poco conocido de la historia de la televisión. A Ungría le dieron un premio en Bilbao por su trabajo y acto seguido lo despidieron de NODO por subversivo.
A Santigoso fuimos con la película de Ungría bajo el brazo. Alguien nos trajo un vídeo de su casa y pudimos hacer un pase público en la tele del bar. Fue un momento emocionante.
La gente miraba aquellas imágenes y reconocía a sus parientes y amigos, muchos de ellos ya desaparecidos. Era como un viejo álbum de familia.
Pero cuando pregunté qué programa fue el primero que vieron en el teleclub, nadie supo darme una respuesta concreta. Se acordaban de algunas series y concursos, pero hablaban con mucho más entusiasmo de las fiestas que hacían en el teleclub en Reyes y Carnaval.
Es lo que tiene esto de la televisión, te pasas media vida mirando la pantalla, pero la verdad, deja poca huella.
carlos.ruscalleda@rtve.es
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