Entramos en el museo de historia de la farmacia en Sevilla que alberga la facultad dónde se estudia esta disciplina. Vamos a hablar con boticarios de toda la vida que vivieron otra época dónde se hacían las fórmulas magistrales y dónde, además de curar, se iba a conversar de la vida y milagros. En cierto modo, recreamos la tertulia de rebotica como las de antes con José Antonio, un boticario de hace ya más de 45 años, Joaquín, investigador y docente, Antonio que es el director del museo y Rocío, la farmacéutica más joven de este encuentro que está haciendo una tesis doctoral sobre el museo y las historias de farmacias desaparecidas y sus boticarios.
Nos descubren un mundo muy interesante, lleno de anécdotas y vivencias que han consolidado la farmacia del presente. Antes, la técnica de elaborar los medicamentos tenían mucho que ver con la pastelería y eso se evidencia con algunos de los utensilios que tienen en este museo que crece cada día gracias a muchos colaboradores que van donando material, libros y muebles, incluso.
Todavía hay museos vivos, farmacias de otra época en pueblos españoles que son joyas de la historia. Dónde huele a la botica de los ungüentos, de las fórmulas magistrales elaboradas en su propio laboratorio, dónde los vecinos van a charlar y a confesarse de casi todo porque el boticario es una persona 'importante' en la población al que se le pide consejo.
Nos cuenta José Antonio Neto, por ejemplo, que en su época incluso llegó a ser el albacea en un testamento del que finalmente, por suerte, no tuvo que ejercer como tal o que era habitual firmar la antigua 'fé de vida' que se pedía para seguir cobrando la pensión. Había un mundillo sorprendente alrededor de un gremio que se ha ido modernizando a la par que los avances científicos y las medicinas. Pero esa sabiduría del ayer de los boticarios debería perdurar y compartirse con las nuevas generaciones.