Convirtió en todo un géner el 'landismo', la figura del antihéroe: bajito y de mal genio que en los años 60 y 70 corría detrás de las suecas. Nació en Pamplona, el teatro universitario de San Sebastián le metió en el cuerpo el gusanillo de la interpretación y desde entonces tuvo claro a que quería dedicar su vida. Por eso, a los 25 años Alfredo Landa dejó Derecho para trasladarse a Madrid y convertirse en actor.
Empezó en el doblaje y luego llegaron Atraco a las 3 o El vecino del quinto, hasta que en su camino se cruzó Paco, el bajo, su papel más serio, que desarrolló en Los Santos Inocentes y con el que ganó un premio en en el Festival de Cannes. También consiguió dos Goyas, por La marrana y El bosque animado, y el más emotivo, el Goya de Honor que recogió en 2007. Ha fallecido a los 80 años con más de 100 películas y obras de teatro a sus espaldas.