Hace mucho tiempo que Europa no vive una guerra en su propio territorio, pero aún hoy sigue planeando el viejo fantasma de los nacionalismos, intentando cerrar las heridas de un conflicto que hace apenas 25 años tuvo en su patio trasero: la de los Balcanes que costó la vida a más 150 mil personas y provocó el desplazamiento de millones. Dos décadas y media después Serbia y Kosovo nunca han sido capaces de resolver sus litigios territoriales y el gobierno de Belgrado se ha negado siempre a aceptar la independencia de su provincia que reconocen ya como Estado numerosos países de la comunidad internacional. La semana pasada el presidente francés Emmanuel Macron y la canciller alemana Angela Merkel se reunieron en Berlín con los gobernantes serbio y kosovar, así como los de otros países balcánicos en una cumbre que trataba de acercar posturas de cara sobre todo a las intenciones de ambos territorios a integrarse en la Unión Europea. Hablamos del dilema kosovar con Pol Bargues, del CIDOB.