Fue el monarca más poderoso de su tiempo. A los territorios heredados de su padre, el emperador Carlos V, Felipe II sumó las Islas Filipinas y Portugal, con todo su imperio ultramarino. Conservar ese patrimonio y defender la religión católica fueron los principales objetivos de su reinado.
Un imperio inmenso, donde “no se ponía el sol”, pero difícil de gestionar, que reinó hasta su muerte en 1598. Su carácter introspectivo le llevó a exhibirse poco ante sus súbditos y solucionar los asuntos de estado a través de la correspondencia. Se pasaba las horas en su despacho, rodeado de documentos, estudiando todos los temas que afectaban a la marcha del estado.
Felipe II se casó cuatro veces, siempre por razones de estado, pero la mayoría de sus hijos murieron en la infancia; sólo le sobrevivieron su querida Isabel Clara Eugenia, hija de Isabel de Valois, y el príncipe heredero, el futuro Felipe III, hijo de Ana de Austria.
Ha pasado a la historia, fundamentalmente, como un rey fanático, defensor de la Inquisición. La Leyenda Negra, propagada por sus enemigos de Inglaterra y Países Bajos, destacó sus puntos sombríos, pero desde el siglo XIX la historiografía, en particular hispanistas británicos como John Elliot o Geoffrey Parker, ha ido recuperando otros aspectos de su figura: su faceta de príncipe renacentista que construyó El Escorial y atesoró catorce mil volúmenes en su luminosa biblioteca; sus colecciones de El Bosco, Tiziano y los pintores flamencos; el urbanismo y las fortificaciones en América, en Cuba, Puerto Rico o Panamá… Descubrimientos recientes han sacado a la luz una correspondencia con sus hijas, en las que se muestra como un padre cariñoso y preocupado por las cuestiones de la vida cotidiana.
Sin embargo, esos aspectos no ocultan otros capítulos oscuros de su reinado, como su implicación en el asesinato de Escobedo, secretario de su hermanastro, don Juan de Austria, o la muerte de su hijo, el infante don Carlos. También, las largas y continuas guerras que mantuvo como paladín del catolicismo, contra Inglaterra, Países Bajos o los turcos, que dejaron al país exhausto y al borde de la ruina.
El balance del reinado de Felipe II no fue positivo; declaró tres bancarrotas, multiplicó por cinco la deuda de su padre, la economía de Castilla entró en crisis y sus súbditos acabaron agobiados por los impuestos. Pero a él, por encima de la economía, le preocupaba defender la fe católica y mantener el imperio territorial.
Modesta Cruz aborda en Documentos RNE la controvertida figura de Felipe II a través de destacados especialistas. Los catedráticos de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, Enrique Martínez y Fernando Bouza, nos ayudan a comprender la compleja personalidad del monarca. También contamos con los comentarios de Geoffrey Parker y John Elliot, y de los desaparecidos Manuel Fernández Álvarez y Joseph Pérez, grandes conocedores del periodo de Felipe II.