Sólo un tercio de las solicitudes del ingreso mínimo vital se han tramitado desde que esta medida se puso en marcha. El Gobierno justifica estas cifras tan bajas por los errores en las solicitudes, pero la realidad es que la excesiva burocratización está suponiendo un muro para que las personas más necesitadas puedan acceder a esta prestación.
“Es una prestación que pretende erradicar la pobreza, pero que no tiene en cuenta las condiciones de vida estas personas”, explica Roberto Borda Asociación Apoyo (Moratalaz), que ha ayudado a 300 familias a solicitar el ingreso en este barrio, y ninguna ha recibido todavía la prestación.
Una de esas solicitudes que está en el olvido es la de Lourdes, vecina de Moratalaz, en Madrid, que aún no ha recibido respuesta de la Administración tres meses después de solicitar la prestación.
“Sobrevivimos con 370 euros al mes, de forma muy precaria”, reflexiona Lourdes.
Teresa Sánchez Chaparro, coautora de ‘Entender la renta básica”, cree que esta situación era previsible por esa burocracia “poco eficiente e injusta”
Sánchez Chaparro considera que el país ha perdido una oportunidad histórica para establecer un sistema de rentas básicas, que al ser automática no tiene esos problemas administrativos.