El genio creativo ante la muerte: componer una sinfonía de gratitud. Gratitud por el pasado y visiones del futuro eterno. El gran Bruckner nos introduce en su mundo a través de ese arco encantado que es el primer tema, al parecer revelado desde lo alto (bueno, en parte ya estaba en una misa anterior). El segundo tema como búsqueda ascendente, canción perpetua sobre latidos serenos. El tercer tema como gigantesco cosmos en movimiento. La muerte de Herzeleide (la madre de Parsifal) aparece en el desarrollo. Las lentas masas sonoras de Bruckner. Inmensidad del espacio-tiempo. La gran coda parece el prólogo del Anillo o la entrada en el Walhalla: regreso al río primordial o coronación eterna. El Adagio en cinco partes. El tema crepuscular de las tubas wagnerianas. El tema del Te Deum: "Non confundar in aeternum". El tema mañanero. ¡El efecto de "Erlösung" o redención! Y todo al filo del Abismo. Qué sería de nosotros sin Bruckner...