Son relativamente frecuentes los terremotos en la península, aunque por su escasa intensidad no los percibamos.
Estamos acostumbrados a mirar a nuestro alrededor y observar los valles, las montañas como algo cotidiano, que está cada día ahí fuera. Dependiendo del lugar donde nos encontremos, observaremos cómo existen importantes diferencias en el relieve de nuestra Península Ibérica. Diferencias que son el resultado de largos procesos que se han ido acumulando poco a poco, ligados a la dinámica terrestre y que no se observan en el día a día. En este contexto juega un papel fundamental la conocida como tectónica de placas, según la cual durante miles de años se ha ido sucediendo un lento desplazamiento de las placas que forman la corteza terrestre. Las placas chocan entre sí, se superponen, se deforman, dando lugar a nuevas cordilleras, pero también a terremotos, que son de mayor intensidad precisamente en esas zonas de fricción. En materia de terremotos, la península ibérica no puede compararse con otras áreas del planeta como California o Japón, pero eso no quiere decir que este exenta de riesgo sísmico. De hecho, son relativamente frecuentes los terremotos bajo nuestros pies, aunque por su escasa intensidad no los percibamos.
Ramón Vegas Martínez, catedrático del Departamento de Geodinámica, Facultad CC. Geológicas UCM;
Loreto Antón López, profesora del Departamento de Ciencias Analíticas, Facultad de Ciencias UNED.