Hablamos de planteamientos políticos que se venden como progresistas, pero son denunciados como profundamente reaccionarios.
Comenzamos con el libro de Félix Ovejero, Secesionismo y democracia: quienes apelan a la voluntad, al 'si quiero, me voy’ se van, pero llevándose el territorio y obligando a quienes no quieren irse. Según Ovejero hay cuatro teorías del secesionista que quiere romper un país: la teoría plebiscitario-libertaria; la teoría adscriptiva; la teoría de la minoría permanente y la teoría de la reparación. Desde una perspectiva de izquierdas en la tradición ilustrada y republicana se sostiene aquí que levantar una frontera entre conciudadanos, convertir a parte de ellos en extranjeros, supone una vuelta a los tiempos oscuros, al fin de la democracia.
La teoría queer es presentada como una amenaza a la emancipación de las mujeres por cuanto pone en cuestión al sujeto político del feminismo, la mujer, ya que para esta teoría basta para ser mujer el deseo de serlo. Para conocer más hablamos con Teresa Galeote, que nos presenta el libro Distopías patriarcales, de Alicia Millares, y nos plantea las diferencias entre feminismo y feminismo queer. Cabe decir que, si la diferenciación por sexos está vigente al menos por diez milenios, el término heteronormatividad y la separación por géneros nos tiene más de 30 años.
Iván Teruel reconstruye la situación de la Cataluña nacionalista a través del éxodo de sus abuelos en los 40 y las vivencias de su familia desde entonces hasta el inicio del proceso independentista en 2012, con el objetivo de mostrar el proceso de formación de las mentes a base de publicidad machacona y simple. Teruel considera que el nacionalismo es el mal, de naturaleza perniciosa, fruto del adoctrinamiento escolar y del poder de la secta de la Santa Llengua: el catalán como objeto religioso.
Acabamos con un libro de Pascal Brucker, La tentación de la inocencia, sobre la dialéctica del hombre moderno, incapaz de cargar con su responsabilidad y que busca sobre todo sentirse “inocente”, un ejemplo por anticipado de lo que serían los woke, tan dispuestos a considerar ‘al otro’ culpable -como firma de mostrar su inocencia- y de castigar al distinto sin posibilidad de perdón.