José María Urquizu Goyogana tenía 55 años, era de Durango, estaba casado y era padre de cinco hijos. Estaba destinado en Burgos, donde pasaba parte de la semana. Había rechazado la escolta y no quiso irse del País Vasco porque era su tierra. Había sido fundador y miembro de diversas asociaciones deportivas.
José María era teniente coronel del Cuerpo de Sanidad. Los sábados solía ir a Durango, su localidad natal, donde estaba la farmacia que regentó primero su padre y luego su hermnao con su apoyo. Allí se encargaba de realizar análisis en un pequeño laboratorio.
El 13 de septiembre de 1980 a las 11.45 horas, un hombre y una mujer entraron en la farmacia diciendo que querían hacerse un análisis de sangre y preguntaron por José María. Cuando se inclinó para mirar por el microscopio, recibió un tiro en la nuca que le mató en el acto.
Los asesinos huyeron por un callejón y se subieron a un coche robado en el que les esperaba otro individuo. Cuando se conoció la noticia, todas las farmacias de la zona cerraron como protesta por lo sucedido. ETA militar asumió la autoría del atentado.
El crimen de José María sigue impune a día de hoy.