A Manuel Vergara Jiménez le faltaban seis días para cumplir los 22 años cuando murió al estallar una bomba de ETA. El sábado 17 de enero de 1976 salió de patrulla en un Land Rover con un cabo y otros compañeros del puesto de la Guardia Civil de Ordizia. A las 15.50 horas, los agentes vieron una ikurriña colocada en el extremo de un palo que hacía de mástil, sobre un túnel, en la variante de Beasain de la Nacional I. Manuel y sus compañeros se acercaron con precaución, porque sabían que ETA solía poner trampas junto a las ikurriñas. Apenas tres meses antes, tres guardiaciviles murieron en una emboscada cuando acudieron a retirar una de ellas en el santuario de Aránzazu. Manuel vio junto al mástil un paquete de periódicos del que asomaba una mecha, comprobó que era un artefacto falso y lo lanzó lejos. Después tiró del mástil sin darse cuenta de que la carga explosiva real estaba enterrada en el suelo y conectada a la ikurriña. Al retirarla, se activó la bomba. La onda expansiva lanzó su cuerpo a casi veinte metros, provocándole la muerte en el acto. La detonación hirió levemente a otros dos agentes. Manuel nació el 23 de enero de 1954 en Viso del Alcor (Sevilla). Hijo y hermano de guardiaciviles, ingresó en el cuerpo en febrero de 1974. En junio de 1975 Manuel fue trasladado al puesto de Villafranca de Ordizia