El cabo primero de la Benemérita, Enrique Martínez Hernández, de 30 años, era natural de la localidad jienense de Linares. Estaba casado y tenía una hija de 2 años. Trabajaba en la unidad de Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tedax).
El 18 de marzo de 1992, antes de las 22:00 horas, ETA informó de la colocación de un coche-bomba y comunicó que había encerrado al propietario del coche en el maletero de un Fiat Uno en la calle Jacint Verdaguer de Llissá de Munt. Varios artificieros de la Guardia Civil se dirigieron hacia la localización del Fiat. El agente Enrique Martínez Hernández se acercó a reconocerlo cuando explotó la bomba.
Pasada la medianoche, fallecía en el hospital de Granollers. La parroquia de Valldaura de Manresa fue insuficiente para acoger a todas las personas que quisieron asistir a su funeral. Fue enterrado en el cementerio de Collserola.
Los etarras Fernando Díez Torres y José Luis Urrusolo Sistiaga fueron condenados a prisión y a indemnizar a su viuda e hija.