Juegos 'malditos': el deporte como arma política
- Los Juegos más trágicos fueron los de Múnich 72, en los que murieron 11 atletas israelíes
- En Atlanta 96, un atentado con bomba mató a dos personas e hirió a un centenar
- Berlín 1916, Tokio 1940 y Londres 1944 no se celebraron por las dos guerras mundiales
España boicoteó Melbourne 56 por la invasión soviética de Hungría
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Cuando el barón Pierre de Coubertin instauró los Juegos Olímpicos de la era moderna, en 1896, soñaba con un mundo en paz en el que jóvenes de todo el planeta compitieran por el puro placer de competir. "Citius, altius, fortius" (más lejos, más alto, más fuerte), dijo para la Historia. Un ideal de superación que, más de un siglo después, ha convertido a los Juegos en el mayor espectáculo del mundo.
Pero ese "espíritu olímpico" se ha visto a menudo eclipsado por otros factores extradeportivos: propaganda, boicots e incluso atentados salpican la historia de unos Juegos usados, demasiadas veces, como escaparate político. Las protestas de estos meses contra China a favor del Tíbet no son una excepción.
Berlín 36: los Juegos de Hitler
Si hay unos Juegos polémicos, ésos son los de Berlín en 1936. En pleno auge del nazismo, Adolf Hitler quiso utilizarlos como una tribuna propagandística de la supuesta superioridad de la raza aria. Pero el atleta negro estadounidense Jesse Owens ganó cuatro oros y tiró por tierra las tesis racistas.
Pese a todo, el despliegue de medios no tuvo precedentes: Hitler encargó a la cineasta alemana más laureada del momento, Leni Riefenstahl, la elaboración de un documental: Olimpiada, el primero de la historia sobre unos Juegos. La película, una exaltación patriótica del nazismo, supuso, paradójicamente, una revolución para el cine: Riefenstahl marcó un hito al colocar ruedas a las cámaras para filmar a los atletas o utilizar cámaras submarinas en las pruebas de natación.
México 68: los Juegos del Black Power
1968, un año de fuertes tensiones políticas y sociales en todo el mundo, también hizo tambalearse los Juegos Olímpicos. La oleada de protestas estudiantiles llegó a México, la sede de la 19ª cita olímpica.
Diez días antes de su inauguración, un terrible suceso estuvo a punto de dar al traste con los Juegos: la matanza de la Plaza de las Tres Culturas . Cientos de estudiantes que se manifestaban pacíficamente fueron masacrados por el Ejército. Entre 35 y 400 fueron asesinados, según fuentes oficiales u oficiosas, aunque la cifra real nunca se sabrá. La periodista italiana Oliana Fallaci, que se encontraba allí, también fue herida de bala.
En aquel año convulso, las minorías sociales también utilizaron los Juegos Olímpicos como altavoz. Algunos atletas estadonidenses negros se negaron a competir porque sentían "discriminados" en su país. Dos que sí participaron, Tommie Smith y John Carlos, recibieron sus medallas con guantes negros y el puño cerrado. Fueron expulsados y suspendidos a perpetuidad.
Múnich 72: terror en la Villa Olímpica
La siguiente cita olímpica, celebrada en la ciudad alemana de Múnich, será recordada como la más trágica. El 5 de septiembre de 1972 un comando del grupo terrorista palestino Septiembre Negro irrumpió en la Villa Olímpica y tomó el apartamento en el que se alojaba la delegación israelí. Mató a dos atletas y tomó como rehenes a otros 9, a cambio de la liberación de 200 presos palestinos.
Después de 21 horas de secuestro televisado, que mantuvieron al mundo en vilo, una fallida operación de rescate en un aeródromo cercano, desde el que los terroristas pretendían huir, acabó en desastre: 9 atletas israelíes, 5 palestinos, dos pilotos y un policía alemán murieron en el ataque. Los juegos se suspendieron durante un día.
Moscú 80: boicot estadounidense
En plena guerra fría, el presidente estadounidense, Jimmy Carter, lideró un boicot contra los Juegos Olímpicos de Moscú. La excusa fue la invasión de Agfanistán por parte de la Unión Soviética.
Al final, 65 países declinaron la invitación para participar en los Juegos. España no se decidió hasta dos meses antes y cambió la bandera nacional por la del Comité Olímpico en el desfile de inauguración. Durante la ceremonia, el espacio aéreo soviético se cerró por miedo a ataques terroristas.
Pero el de Moscú no fue el primer boicot masivo en la historia de los Juegos: en Melbourne 1956, varios países se negaron a participar, entre ellos España, por otra invasión soviética, esta vez, la de Hungría.
Los Ángeles 84: la URSS devuelve el golpe
Cuatro años después del boicot estadounidense, la Unión Soviética se tomó la revancha: los países del Pacto de Varsovia se negaron a participar. El bloque socialista echó la culpa a la supuesta "inseguridad" que suponía para sus deportistas competir en Estados Unidos.
Nuevamente, la tensión entre las dos superpotencias aguó la fiesta olímpica. Los deportes más atractivos del torneo (atletismo, natación, gimnasia y baloncesto) quedaron deslucidos sin algunas de sus mejores figuras.
Atlanta 96: una bomba revienta los Juegos
Doce años después, los Juegos regresaron a Estados Unidos. Y otra vez el terror volvió a perturbar la paz olímpica. En la madrugada del sábado 27 de julio, una bomba estalló en el corazón del Parque Olímpico. Más de sesenta mil personas asistían en aquel momento a un concierto de rock. La explosión mató a dos personas e hirió a un centenar.
El pánico y el caos estuvieron a punto de dar al traste con los Juegos. Pese a todo, siguieron adelante, aunque heridos de muerte. El único detenido por el atentado, Eric Rudolph, fue condenado a cadena perpetua en el año 2005. Nunca se ha arrepentido.