El ansiado sucesor de Induráin
- 'Alistado' por su equipo a última hora, gana el Giro en su primera participación
- Gana la ronda italiana un año después de vencer en el Tour, como hizo Induráin en el 92
- En 2004, superó un cavernoma que pudo apartarle para siempre del ciclismo
Con su triunfo en su primera participación en el Giro de Italia, Alberto Contador se ha erigido en Milán como el deseado sucesor de Miguel Induráin, el último vencedor español en la carrera italiana con su doblete consecutivo en 1992 y 1993, y quien tambió ganó su primer Giro un año después de vestir su primer maillot amarillo en el Tour de Francia.
El ciclista de Pinto, de 25 años, ha vestido su primera "maglia rosa" de manera tan brillante como paradójica -y exasperante para alguno de sus rivales-, ya que se encontraba de vacaciones diez días antes de que su equipo fuese invitado, por sorpresa, a la ronda italiana.
Aunque son pocos los rivales que creen que Contador estaba en la playa en vísperas del Giro -"en la playa de Madrid", dijo con sorna Riccardo Riccó-, el madrileño aseguró que ni su cuerpo ni su mente estaban para afrontar una grande de tres semanas.
Se presentó en Palermo escoltado por el alemán Andreas Klöden y el estadounidense Levy Leipheimer y, en dos semanas, pasó de probar sensaciones a instalarse en los puestos de privilegio en la general. En la cronometrada de Urbino, décima etapa, Contador fue segundo y ya se puso cuarto en la general y líder entre los favoritos. Cinco días después, en la cima de la Marmolada, se puso la 'maglia' rosa.
Giro después de Tour
Tras aguantar la semana decisiva con la cronoescalada a Plan de Corones y sin que se le atragantaran los temibles Gavia y Marmolada en los Alpes, Contador remató su hazaña para entrar de rosa en Milán, rememorando a aquel Indurain que doblaba en 1992 a Claudio Ciapucci en la última crono de su primer Giro. Hasta el domingo 1 de junio ningún español había visitado el primer escalón del podio. Así se cortaba también una racha de once triunfos italianos consecutivos, desde el triunfo de Pavel Tonkov en 1996.
Alberto Contador ya tomó el relevo del mito de Indurain cuando se proclamó vencedor del Tour el pasado mes de julio -mientras aún se dudaba de la validez del triunfo de Óscar Pereiro en la edición de 2006-. Todo un abrazo a la gloria después de cruzar un camino de espinas y emboscadas que estuvieron a punto de malograr el progreso de un ciclista que lanzó un órdago a la vida para ser un campeón.
Contador, nacido en Madrid en 1982 y residente en Pinto, abandonó los estudios a los 16 años para dedicarse por completo a la bicicleta en el Iberdrola, equipo filial del ONCE. En el País Vasco se curtió como ciclista: en el primer curso de aficionados ganó la Subida a Gorla y en el segundo el campeonato de España sub 23 contrarreloj.
'Resucitado' después de un grave accidente
Un diamante que fichó Manolo Saiz para su ONCE Eroski en 2003. Allí se hizo profesional y empezó a dar resultados hasta que en 2004, durante la Vuelta a Asturias el destino le ofreció la muerte y un médico le salvó la vida. Un hemorragia cerebral le produjo convulsiones y le estampó contra el asfalto en la entrada a Infiesto. En estado critico, el doctor de la carrera llegó justo para evitar que se tragara la lengua.
Salvó el trance en el Hospital de Asturias y regresó a Madrid. Una vez en casa volvieron las convulsiones. De urgencia al Hospital Ramón y Cajal, donde fue intervenido quirúrgicamente para extraerle un cavernoma. Con 70 grapas y 2 placas de titanio en la cabeza hubo de pasar pegado a la almohada más de mes y medio.
Pero volvió a la competición en una especie de resurrección personal y profesional en la que empezó a multiplicar sus triunfos. En 2005 ganó la Semana Catalana; en 2006 se vio involucrado en la Operación Puerto y quedó excluido del Tour, por lo que aprovechó para participar y ganar en la Vuelta a Suiza y en la Vuelta a Romandía. En medio del torbellino que mueve el ciclismo llegó al Discovery, el equipo de Lance Armstrong, ganador del Tour en siete ediciones consecutivas, ya retirado.
Heredero de Lance Armstrong
Con la camiseta del equipo que dirige el belga Johan Bruyneel gana la París-Niza, con exhibiciones de "crack" del ciclismo y se presenta en el Tour como gregario del americano Leipheimer. La carretera le puso de primer espada, ganó la etapa pirenaica de Plateau de Beille y se puso de líder tras la exclusión de Rasmussen.
Alberto, segundo en la general en la segunda jornada de descanso en Pau, se presentó como "superstar" en una rueda de prensa multitudinaria. Tenía la cara quemada por el sol y se sometió a preguntas de todo tipo, incluso de dopaje. Su director no se cortó un pelo: "Tengo a mi lado al sucesor de Armstrong," lanzó a plomo.
En España, la afición ve en este ciclista menudo y moreno al sucesor del gigante de Villava, el nuevo Miguel Indurain, que podría rematar lo que el navarro no consiguió si algún día se proclama también ganador de la Vuelta a España.