Un ascenso para huir de la ruina
- El Málaga sube a Primera División tras ganar al Tenerife por 2-1
- El club confía en lograr una situación financiera solvente
- La crisis económica obligó a hacer un equipo sin grandes fichajes
El Málaga ha vencido por 2-1 al Tenerife y ha certificado su ascenso a Primera División, tras dos temporadas plagadas de penalidades en las que el equipo malacitano ha vivido una de sus peores crisis.
La historia reciente del Málaga Club de Fútbol está marcada por los problemas económicos y el abismo de la desaparición. Pese a su crisis financiera y su descenso a Segunda en 2006, el equipo malacitano ha conseguido sacar fuerzas de flaqueza y volver a la elite del fútbol español en dos años.
Ya en 1992 el club estuvo a punto de desaparecer porque estaba arruinado. Afortunadamente pudo seguir bajo la denominación de su filial, Atlético Malagueño, gracias a que en la Federación Española de Fútbol tenía un número de registro independiente.
El equipo logró renacer de sus cenizas y realizar una trayectoria meteórica desde Tercera hasta Primera División, a la que llegó por última vez en la temporada 1999-2000. En esta época el club logró escribir sus páginas más gloriosas. En 2002 ganó la Copa Intertoto y, en la temporada siguiente, alcanzó los cuartos de final de la UEFA, venciendo a equipos como Leeds o AEK.
Pero en la temporada 2005-2006, el Málaga volvió al infierno de la Segunda, un descenso que vino precedido del fracaso económico del club y de la venta de jugadores. El club fue puesto en venta y ese mismo verano, Lorenzo Sanz, ex-presidente del Real Madrid, adquirió el 97% de las acciones del club y nombró a su hijo, Fernando Sanz, entonces capitán del equipo, presidente del Club.
Sanz tuvo que hacer frente a una situación económica complicadísma, con una deuda superior a los 27 millones de euros. El club afrontó un concurso de acreedores e incluso un Expediente de Regulación de Empleo, lo que obligó a los jugadores a convertirse en sindicalistas para negociar los despidos de la plantilla.
Una temporada sin dinero, pero con casta
Esta temporada, el Málaga no pudo gastar ni un euro en los fichajes, porque su desfase financiero se lo impedía. La última junta de acreeedores, celebrada este junio, cifró la deuda de la entidad costasoleña en 18 millones de euros. Pese a ello, ha contado con jugadores de raza como Salva Ballesta, que aceptó reducir su ficha y volver a Málaga para ayudar a ascender al "equipo de su vida".
Sus goles, los del francés Baha y los del centrocampista Hidalgo, entre otros, han contribuido a que el Málaga, bajo la batuta de su técnico, el asturiano Juan Ramón Muñiz, haya sido uno de los equipos más goleadores de Segunda. Sin embargo, los malacitanos no han funcionado bien en la zaga y han encajado más dianas que los otros dos conjuntos que lo acompañan en el ascenso a Primera.
La alegría del ascenso a Primera está empañada por las acusaciones que el Málaga ha recibido de sus competidores directos por supuestos casos de soborno. Tras varias jornadas de rumores sobre primas directas e indirectas, un representante de jugadores acusó al presidente Sanz y a su padre de haber intenado amañar un partido ante el Sevilla Atlético, un partido que supuestamente habrían comprado por 250.000 euros. Además, también fueron acusados de haber incentivado al Tenerife para que venciera ante la Real Sociedad.
Polémicas aparte, este ascenso supone una recompensa a la afición malacitana, una de las aficiones más fieles. El estadio de La Rosaleda suele presentar cada jornada una asistencia y un ambiente propio de grandes equipos de la máxima categoría, así lo reconoce el técnico Muñiz: "De lo que si puede presumir el Málaga es de su afición. Su apoyo ha sido incondicional, tanto en los buenos como en los malos momentos. Sin esta magnífica afición que nos arropa partido a partido y que nos anima a seguir cosechando la ilusión hubiese desaparecido de nuestro equipo".
Nada más lejos de eso, el Málaga vuelve a Primera.