Alemania espera a España con el orgullo herido
- Buena parte de sus estrellas viven momentos difíciles en sus equipos
- Sólo con la camiseta de la selección se vuelven a sentir estrellas
- Es un vestuario muy jerarquizado donde mandan tanto los jugadores como el seleccionador
El fútbol de Alemania no despierta piropos ni en su propia tierra. Los periódicos alemanes han sido muy críticos con el juego de su selección, incluso cuando consiguieron el pase a la final tras ganar a Turquía.
De su camino hasta el partido que le espera contra España, sólo se salva su enfrentamiento contra Portugal. El resto de partidos los ha ganado gracias a su pegada. Ese es precisamente el secreto del éxito de este equipo, que es capaz de ir a remolque durante 90 minutos para terminar dejando a su rival en la lona.
Alemania tiene dos jugadores con mucho gol y dos artistas que aparecen cuando quieren. Los goleadores son Podolski , que es el único que parece en condiciones de amenazar el pichichi de Villa en este torneo, y Klose. Dos pegadores, de disparo duro y buen remate de cabeza. Jugadores acostumbrados a chocar con los defensas y capaces de sacar petróleo de los balones que se quedan sueltos en el área.
El orgullo herido es el motor de esta Alemania
Los dos artistas son Ballack y Schweinsteiger. Dos jugadores del centro del campo, con mucha fuerza en la piernas y una buena llegada y disparo de fuera del área. Los dos simbolizan bien la clave de este equipo alemán. Son dos estrellas que están eclipsadas en sus equipos (Chelsea y Bayern de Minich), y sólo con la camiseta alemana se vuelven a sentir grandes.
Ballack llegó como una estrella pero ha sido eclipsado en la Premier por otros mediapuntas con más gol. Schweinsteiger es el "Joaquín alemán", capaz de lo mejor y lo peor. En esta Eurocopa se ganó su primer portada por una absurda expulsión contra Croacia cuando apenas llevaba un rato en el campo. Cumplió su partido de sanción y una vez de vuelta, ha sido determinante para su equipo. La diferencia entre una y otra versión del '7' germano ha sido la fe en sí mismo.
Algo que se puede hacer extensible a los casos de Metzleder con el Madrid, Odonkor con el Betis o de su portero Jens Lehmann en el Arsenal. Todos ellos son actores secundarios en sus equipos, y ponerse la camiseta de su país les permite pelear y sacar a relucir su orgullo.
Por eso el juego de Alemania no es vistoso. No tiene jugadores para ello, pero su éxito se resume en su "eficacia". Contra Turquía sólo llegaron tres veces a puerta, pero las tres fueron gol. Se basan en un fútbol muy vertical y directo, y no dudan en disparar desde fuera del área a la mínima ocasión. Lo suyo no es mimar la pelota. Ni siquiera tienen un verdadero mediocentro que reparta el balon y marque los tiempos, algo de lo que va sobrado el equipo español.
El problema de la retaguardia
En cinco partidos Alemania ha recibido seis goles, que demuestran que su defensa es su punto débil. La prensa alemana describía a Metzelder como "un jugador cadriculado, y no precisamente por su mentalidad" pero Löw le considera indiscutible. A loslados, los laterales tampoco parecen muros dificiles de saltar, especialmente por la izquierda, donde Philipp Lham lleva unos partidos poco brillantes en labores defensivas.
Pero de todos, el caso más llamativo es el de Lehmann. El portero, suplente de Almunia en el Arsenal es titular gracias en buena medida a su pesdo en el vestuario. Su rival por el puesto es Rene Alder, meta del Bayern Leverkusen, un jóven de 23 años con un futuro prometedor pero con un tapón delante en la selección; un caso que parece un capítulo más de lo complicado que fue el relevo del Khan en ese mismo puesto. Como entonces Khan, ahora Lehmann se aferra al puesto aunque sus fallos le pongan en duda partido tras partido.
"Este equipo me resultada cada vez más enigmático" sentenció Franz Beckenbauer al terminar la semifinal de hace unos días. Un enigma que se explica con la confianza que tiene el seleccionador Joachim Löw en la vieja guardia. El que fuera ayudante de Klinsmann en el Mundial tomó después las riendas de la selección alemana.
Su nombramiento estuvo rodeado de mucha polémica. Parecía poco capacitado y con poco carisma. Quizá para suplirlo, él se alineó con los pesos pesados del vestuario, esos que para él son indiscutibles sin atender a estadísticas o a lo que jueguen durante toda la temporada. Él tiene fe en ellos, y ellos se contagian de esa fe, motor que les ha llevado hasta la final de esta Eurocopa.