España saluda al mundo en la inauguración de los Juegos de Pekín
- La delegación española desfila en el estado olímpico de Pekín con David Cal al frente
Vestidos de rojo y amarillo, y formando las tres franjas de la bandera nacional, los olímpicos españoles han desfilado en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín.
La delegación española ha salido en el puesto número 74, el que le ha tocado según el alfabeto mandarín, pero se ha hecho notar: nuestros deportistas han desarrochado alegría y, frente a las cámaras de Televisión Española, a casi ninguno se le ha olvidado saludar a toda la familia.
España, con una de las representaciones más numerosas de las 204 naciones presentes en estos Juegos de la XXIX Olimpiada, se ha ganado el corazón de los chinos, ya de por sí predispuestos hacia España por los colores de su bandera y por su admiración por la cultura española.
Con David Cal como abanderado, España apareció en el anillo olímpico a las 21:55 horas locales (3:55 en España) y ha sido una de las representaciones que más tardó en completar su vuelta al estadio.
Se han tomado su tiempo: fotos, más fotos, saltos, saludos, alegría rebosando por todos los poros de la piel. Ellos de rojo, ellas de amarillo con bolso rojo, todos con sombrero, algo muy olímpico. Casi parecían la bandera nacional deslizándose por la pista de El Nido.
"Hola, mamá, soy yo"
Pero si faltaba algo de desorden la presencia de la cámara de TVE acabó de romper la formación española. Todos quisieron salir en primer plano, saludar a "mamá", amigos y demás seres queridos. El "desmadre" español ha ocasionado un pequeño retaso a las delegaciones que venían detrás.
Todos los atletas lo han destacado: "nunca había habido tan buen rollo entre todos desde Barcelona'92". Quizá sea un presagio, porque en Barcelona se rompieron todos los récords de medallas conseguidas. En Pekín aspiran a más.
En medio de una brillante ceremonia plena de colorido, de movimiento de masas, casi 11.000 atletas cumplen hoy un sueño: desfilar en unos juegos olímpicos y ser aclamados, en este caso, por 91.000 asistentes. Unos 4.000 millones más vibran frente al televisor en los cinco continentes.