Un fin de semana redondo con la peña de Contador
- Contador ha estado apoyado por numerosos aficionados de su ciudad
- Los dos triunfos del madrileño contados por los integrantes de su peña
El fin de semana de la Vuelta Ciclista a España ha supuesto el ascenso a lo más alto de Alberto Contador que, tras ganar su segunda etapa, ha dejado prácticamente sentenciado el resultado de la Vuelta. Un grupo de aficionados de Pinto ha vivido muy de cerca la etapa del fin de semana. Entre ellos se encuentra Jesús Lázaro, que ha querido compartir sus sensaciones con RTVE.es. Viernes: Más fuera que dentro
Cualquier aficionado al ciclismo puede decir que este fin de semana ha sido inolvidable por el espectáculo brindado en las etapas asturianas, pero si eres de Pinto y has recorrido casi 500 kilómetros para ver a tu paisano Contador, está claro, ha sido un fin de semana redondo.
Celebramos la llegada del viernes como si de nuevo comenzasen las vacaciones. Este fin de semana lo teníamos marcado en el calendario desde que Alberto anunció que corría la Vuelta a España. Tienda de campaña, saco de dormir, esterilla y ropa de lo más variada porque las previsiones dicen que hará frío y lluvia el sábado y sol y calor el domingo. Los meteorólogos no fallaron.
El resto del grupo ya ha hecho cima en el Angliru cuando Eva, Mario y yo salimos de Pinto alrededor de las cinco y media del viernes, con un ligero retraso según el horario pactado. Ese retraso pudo ser fatídico para nuestra expedición. Corría el rumor de que cerraban el puerto al tráfico a las nueve de la noche... y llegamos a las diez y media a La Vega, pueblo desde donde se desvía la carretera hacia el Angliru, y la Benemérita tenía cortado el paso de vehículos sin acreditación al puerto. Saltan las alarmas. Los tres que estamos abajo no podemos subir con coche y los de arriba no pueden bajar a buscarnos. Hay trece kilómetros a la cima y siete hasta la zona recreativa. Eva descarta subir andando. Me veo buscando habitación en el pueblo.
Soy periodista y nunca había tirado "de carné" para conseguir los favores de las autoridades, pero estaba claro que si había una primera vez sería ésta. Con el carné en la mano y bien a la vista la palabra "Press", pongo la mejor de mis sonrisas para camelarme a seis guardias civiles a la vez. "Soy periodista", digo; "NO", responden. "Mis compañeros están arriba", digo; "NO", responden. "Estoy acreditado pero mi tarjeta está en otro coche", digo; "Dinos tu nombre, llamamos a la organización y si es cierto pasas"... Tocado y hundido.
El Plan A ha fracasado y no hay Plan B, así que aparcamos el coche, cogemos lo imprescindible del maletero y nos situamos por detrás el control de la Guardia Civil. El Ayuntamiento de La Vega y los consistorios colindantes repartieron autorizaciones a sus vecinos cuyas casas quedaban al otro lado de la frontera. "Alea Iacta Est", la suerte está echada, vamos a mendigar tres plazas para subir. Afortunadamente el primer coche que paramos nos da el OK y nos deja a un kilómetro de nuestro campo base. Primer "match point" en contra salvado. Una vez arriba, toca armar la tienda de campaña, con más pena que gloria, y descansar para llegar frescos a la etapa del sábado.
Sábado: Victoria y liderato, ¿lo esperado?
Por la mañana, Paquito, Jorge y los demás ya se han puesto manos a la obra y bote de pintura en mano han sembrado la carretera con multitud de "Conta", "Pinto" y otros guiños personales que Alberto reconocerá. Por su parte, el tío de Contador nos hace la competencia con sus "Barcarrota con Contador".
Con el estómago lleno toca el plato fuerte del día: subir andando los siete kilómetros que separan la zona recreativa de la cima. Los que tienen la bici echan a rodar, los que no, nos calzamos las botas de montaña y a andar. Las más listas, como siempre, las chicas, que al poco de ponernos en marcha seducen a los responsables de una grúa y consiguen llegar en pocos minutos y frescas hasta la zona VIP de meta.
Iván, Mario y yo comenzamos la ascensión. La Cuesta les Cabanes, con 21,5% de pendiente máxima a seis de meta nos da el primer aviso de lo que nos espera. Las piernas se quejan pronto pero queda mucho como para rendirse. El trayecto es una auténtica procesión de feligreses que espera ver lo más cerca y más alto posible a sus "santos". Iván es el auténtico Contador del trío, y ante su ritmo Mario y yo sufrimos para hacer la goma y suplicamos descanso.
Metro a metro nos acercamos al abismo, y es que La Cueña les Cabres tiene la fama ganada a base de destrozar a ciclistas y caminantes. Una pared de 450 metros con un 16,2% de pendiente mínima y el 23,5% de máxima. Allí se agolpa la mayor parte de espectadores y son pocos los que aguantan en pie en la bicicleta. Cuando pasas La Cueña saboreas la cima, aunque el puerto todavía te regala otro tramo al 20% en el último kilómetro conocido como El Aviru. Este es un buen sitio para ver la etapa.
Por radio, como mandan los cánones, nos llegan las buenas nuevas. El Astana está tirando en bloque. Mi tocayo Chechu Rubiera endurece la carrera en el Cordal, entonces recuerdo lo que me dijo un lugareño esa mañana, "va a ganar el de Pinto, pero le va a llevar un asturiano". El olor a embrague quemado de los coches augura que la carrera está cerca, entonces... ¡ataca Contador! Desde mi posición le diviso en solitario en las últimas horquillas. Estaba convencido de que mis piernas no daban para más pero cuando pasa Alberto a nuestro lado, comenzamos a correr tras él y ya no paramos hasta meta.
A cuentagotas, el grupo de Pinto nos vamos reuniendo en el podio. Nos desborda la alegría, pero en el fondo, estamos satisfechos porque era lo que esperábamos, ¿por qué será que cualquier resultado que no fuese la victoria de etapa y el liderato nos hubiera sabido a poco? Alberto, nos estás malacostumbrando. De meta no nos mueve nadie hasta que no sale el líder de sus compromisos con la prensa y del control antidoping. Cuando Alberto se monta en el coche del Astana junto a Macarena y se despide de nosotros, bajamos de la nube y afrontamos la realidad. Los siete kilómetros de subida tenemos que bajarlos. No sé si llegaré al domingo.
Domingo: Príncipe de Asturias
Hacemos noche en Felechosa, al pie de la estación de esquí Fuentes de Invierno. Nico, un viejo amigo de la Universidad que sigue la Vuelta para TVE, me comenta que quiere acompañarnos para un reportaje en el Telediario. Si queremos salir guapos y que se nos oiga animar a Alberto tenemos que estar con las pilas cargadas. Y todo estaba cargado... salvo el depósito de la furgoneta de Paquito que se queda sin gasoil a cuatro kilómetros de meta.
El que tenga un coche diesel sabe que además de ir a la gasolinera a por combustible, hay que purgar los inyectores. Durante el rato que hemos estado parados, los de TVE realizan el improvisado reportaje en el que, entre otras cosas, se ve el motor de Paquito y muchas cabezas cantando el clásico "Contador, Contador, Contador... " Menos mal que tenemos al Poveda, mecánico de profesión, que se pone manos a la obra hasta que hace arrancar el motor, nuestro ídolo cambia por momentos: "Pove, Pove, Pove... ".
En línea de meta comprobamos que los controles en Fuentes de Invierno son más estrictos que en el Angliru y la Policía Nacional no permite colarse a nadie sin acreditación, y en nuestro grupo sólo la tienen Macarena y Fran (faltaría más) y Paquito y Jorge. Repito la jugada de intentar colarme con mi carné de prensa. Fracaso de nuevo. Recurrimos a mi (nuestro) buen amigo Nico, que tras un duro proceso de negociación con la organización consigue pasar a "la Peña de Contador" como invitados a la tribuna de meta.
Si en el Angliru el objetivo era la etapa, esta vez nos conformamos con ver a Alberto en el podio recibiendo el jersey oro. Damos por hecho que no es un final para él porque el puerto es demasiado tendido como para hacer diferencias y al sprint el máximo favorito debe ser Alejandro Valverde. Afortunadamente (para nosotros) el brutal ritmo de Mosquera en la subida descuelga uno a uno a todos los rivales, lo que aprovecha Contador para derramar e irse en solitario.
Desde la tribuna de meta no se ve más que la escasa recta de meta de apenas 100 metros, sin embargo, el último kilómetro lo vivimos con la misma intensidad que cuando acompañamos a Alberto el Angliru. El pistolero de Pinto saca su revolver y dispara al horizonte cuando cruza la meta y la grada se viene abajo. Dos de dos. Este fin de semana, con permiso de Rafa Nadal, Alberto es el Príncipe de Asturias.
Nuestro principal objetivo ahora es llegar a la zona de podio para aplaudir a nuestro paisano. Otra vez "enchufados", nos cuelan. Allí vemos a Alberto hasta tres veces distintas como ganador de etapa y líder de la general y la combinada. Macarena, Olga y Eva se llevan los tres ramos. Para los chicos es la botella de cava que descorcha Alberto para celebrar la etapa... Una botella de Gran Ducay de tres litros que ahora reposa como fetiche en mi habitación.
Tras el frenesí de la victoria, el camino hacia el aparcamiento nos devuelve a la realidad. Nos quedan 500 kilómetros y empezamos a sentir el agotamiento del fin de semana. Nos duelen las piernas y pocos volvemos con la garganta intacta. El grupo se funde en un abrazo en la despedida y cada coche emprende a su ritmo el viaje hasta Pinto. Como dije, el fin de semana ha salido redondo. Si nada falla en un par de semanas homenajearemos a Alberto I de Pinto en la plaza del Ayuntamiento por tercera vez en dos años y es que Alberto Contador es una divinidad en este pueblo del sur de Madrid. Y no sólo eso, es el Rey del pelotón actual. En definitiva, Alberto Contador es el ciclismo.
Desde el Angliru, Fuentes de Invierno y, por supuesto, Pinto, Jesús Lázaro.